El primer ministro más longevo de los Países Bajos tira la toalla --por ahora. Mark Rutte, en el poder desde 2010 en un país con una situación política especialmente inflamable por la gran fragmentación partidista (el parlamento neerlandés está conformado por 16 partidos diferentes, además de seis miembros independientes), ha capitaneado varios gobiernos de coalición a lo largo de las últimas cuatro legislaturas, buscando los puntos de entendimiento y equilibrio que han llevado los Países Bajos a una cierta estabilidad política. Pero este viernes, la inmigración ha sido el factor decisivo que ha significado la ruptura del gobierno a cuatro surgido de las urnas a principios del 2021.

El ejecutivo neerlandés está formado por cuatro partidos de derecha y centroderecha: el Partido Popular para la Libertad y la Democracia (VVD), de Rutte; Demócratas 66 (D66); el Llamamiento Demócrata Cristiana (CDA); y la Unión Cristiana (CU). Desde el inicio de la legislatura, ha existido un desacuerdo evidente sobre cómo gestionar la afluencia de migrantes y refugiados al país. Durante meses este debate se ha ido obviando, pero la falta de entendimiento ha acabado pasando factura esta semana, cuando el primer ministro ha intentado impulsar una propuesta para restringir la entrada de extranjeros. La última reunión de crisis de este viernes no permitió encontrar un punto común, y Rutte compareció posteriormente para anunciar la ruptura del gobierno. ¿Pero cuáles han sido las diferencias insuperables?

En el epicentro, los límites a la entrada de refugiados

El líder conservador tenía entre ceja y ceja limitar la entrada de los hijos de refugiados de guerra que ya se encuentran en el país hasta solo 200 por mes, obligando a las familias a esperar al menos dos años para poder reencontrarse. En el pasado también ha propuesto crear dos niveles de asilo, uno temporal para aquellas personas que huyen de la guerra y uno permanente para aquellas que huyen de la persecución. El número de solicitudes fue de 36.000 en 2021 y de casi 48.000 al año siguiente. Hasta mayo de este año, solo se habían registrado 16.000 peticiones de asilo, si bien el gobierno estimaba que la cifra podría llegar hasta 70.000 a lo largo del 2023.

Las exigencias de Rutte no eran mal vistas por la CDA, pero sí por los otros dos socios de gobierno, los socioliberales D66 y la defensora de la familia CU, que se opusieron frontalmente. Tampoco prosperó un ultimátum que pretendía imponer estas restricciones únicamente en periodos de entradas especialmente altas de migrantes.

"La migración es una cuestión grande e importante, tanto social como políticamente", dijo al primer ministro este viernes. "Ahora que no hemos llegado a un acuerdo sobre esta cuestión, nuestro ejecutivo se ha reunido para discutir la situación y hemos decidido colectivamente que la coalición había perdido sus fundamentos políticos". Rutte añadió que los cuatro partidos habían hecho "todo lo posible" para superar el escollo, "pero lamentablemente las diferencias en materia de migración son insalvables", recordando que los desacuerdos han existido desde la conformación del gobierno en el 2021. La decisión de romper la coalición ha sido defendida por D66 y la CU, si bien la líder de la CDA la ha calificado de una "muy mala noticia", hasta el punto de criticar la actitud "irresponsablemente dura, casi imprudente" de Rutte por tensar la relación con los socios de gobierno.