La represión política y las medidas para frenar la soberanía del Karakalpakistán -la región del Uzbekistán que representa el 40% del territorio del país y limita con Kazajistán-, ya suma las primeras cinco muertes, según las autoridades, y decenas, según los manifestantes. A ellas, también se tienen que sumar los centenares de heridos que colapsan los hospitales después de tres días de protestas que no se detienen. Por eso, el presidente Shavkat Mirziyoyev ha declarado el estado de emergencia y el toque de queda hasta el próximo 2 de agosto. Eso implica restricciones en la entrada y salida de esta provincia, la prohibición de cualquier tipo de acto público, la protección del orden público, controles en la entrada de vehículos y registros personales, entre otros.

El malestar de esta región se ha acentuado a raíz de la firma de un decreto que pretende modificar la constitución y, por lo tanto, el estado de la región donde se retira la palabra "soberanía" de su primer artículo y prohíbe la posibilidad de independencia a través de un referéndum democrático. En la actual constitución uzbeka, Karakalpakistán se define como una república soberana dentro del Uzbekistán, con derecho a secesión por referéndum. En el borrador de constitución revisada, sobre el cual se tiene que celebrar un referéndum en los próximos meses, ya no se menciona de manera explícita la soberanía o el derecho a la secesión. Mirziyoyev, a través de su portavoz, abre la puerta a no toca el concepto de pueblo soberano del estatuto para tratar de calmar a los manifestantes.

Los cambios de estatus de la república formaban parte de una reforma constitucional más amplia propuesta por Mirziyoyev, que también incluye el fortalecimiento de los derechos civiles y la ampliación del mandato del presidente de cinco a siete años. Si la reforma se aprueba en el referéndum previsto, restablecerá el mandato de Mirziyoyev y le permitirá presentarse para dos legislaturas más. Para frenar el alud de protestas, Mirziyoyev viajó a la capital de la región, Nukus, donde los manifestantes intentaron atacar las instalaciones del gobierno y declararon que no se harían cambios al Karakalpakistán. Con una población de casi 2 millones de personas y dos idiomas oficiales, el karakalpak y el uzbeko, es la región mayor del país, pero la cuarta menos poblada de Uzbekistán, casi toda la superficie es desértica. En el país viven casi 35 millones de personas de esta antigua república soviética gobernada con mano de hierro y donde la disidencia es duramente reprimida.

Mirziyoyev ocupa el cargo de presidente desde la muerte de su predecesor, Islam Karimov, en el 2016. Su principal promesa es impulsar una "sociedad civil libre" después de su reelección el año pasado, pero activistas de Derechos Humanos han enunciado los abusos que persisten a pesar de ciertas reformas. A modo de ejemplo, los ríos de sangre que se han visto por las calles han podido salir a la luz gracias a las redes sociales. Así pues, las protestas sociales son raras en el Uzbekistán, gobernado por autoritarios. No hay fotos oficiales de los actos del viernes en la capital de la república autónoma de Nukus. En cambio, a través de Telegram aparecieron imágenes que sugieren que personas fueron asesinadas durante la represión de las protestas por parte de la policía. Las autoridades dijeron el sábado que habían detenido "organizadores de asonadas masivas" que querían ocupar edificios administrativos a Nukus.