Cuatro días después de la catástrofe sísmica en Turquía y Siria, las tareas de rescate continúan, pero cada vez con menos posibilidades de encontrar supervivientes. Por contra, el número de víctimas mortales no deja de aumentar. Los últimos recuentos suman más de 16.000 muertos a los dos países, de estas más de 12.000 han muerto en Turquía y el resto en Siria, donde el recuento de víctimas y muertos está siendo más difícil por la situación del país, que hace más de una década que vive una guerra civil.

El número de muertos no hace más que multiplicarse, como auguró la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ya advirtió el pasado martes que el número de muertos de entonces (más de 4.000) se podían llegar a multiplicar por ocho y, por ahora, esta predicción podría cumplirse. Según expertos consultados por The Guardian, el número de víctimas aumentará todavía más y no descartan que uno se doble.

Las temperaturas bajo cero, los millares de edificios colapsados y las más de 72 horas que han pasado desde los terremotos hacen prácticamente un milagro encontrar a más personas vivas bajo los escombros. A pesar de estas dificultades, los rescatistas siguen trabajando a contrarreloj.

Críticas contra Erdogan

La respuesta del gobierno de Recep Tayyip Erdogan no está siendo el blanco de las críticas de la oposición turca y grande parte de los afectados. "Por descontado, hay carencias. Las condiciones son claras de ver. No es posible estar preparado para un desastre como este", ha afirmado el presidente turco, pero estas palabras no ha apaciguado las críticas. En la zona afectada, los ciudadanos denuncian la falta de equipamiento y apoyo por parte del gobierno. Erdogan se ha sacudido las críticas: "Este es un momento para la unidad, la solidaridad. No puedo soportar que la gente haga campañas negativas por interés político".

Situación crítica en Siria

Las autoridades responsables del paso fronterizo de Bab en el Hawa, que une la provincia siria de Idlib con Turquía y la única vía de entrada de suministros a las áreas opositoras al gobierno Bashar Al-Assad, han asegurado que no ha entrado ayuda humanitaria en la región desde el seísmo del lunes pasado. De manera, que muchas personas han podido morir por la falta de recursos para el rescate.

Bab en el Hawa es el único punto por el cual entran suministros en las áreas de Idlib y la vecina región de Alep en manos de la oposición, a excepción de algunos envíos puntuales que la ONU hizo los últimos meses desde las zonas controladas por Al-Assad. En las zonas opositoras de Idlib y Alep residen más de 4 millones de personas, la mayoría de las cuales ya necesitaban ayuda humanitaria antes de los terremotos y tres millones de las cuales son desplazados internos, muchas mujeres y niños.