El fin de Boris Johnson podría estar muy cerca. Después de una semana donde ha oído desde sus propias filas la durísima frase "en nombre de Dios, márchese", el primer ministro británico está en el centro de una tormenta que tiene muchos números de acabar con su carrera política. De momento, al menos una veintena de diputados tories ya han mostrado falta de confianza con el líder del partido por su presencia en - al menos - una fiesta en Downing Street en pleno confinamiento.

La polémica con el gobierno de Johnson, sin embargo, no se acaba aquí. Los más críticos del partido que buscan provocar una moción de confianza han denunciado presiones, amenazas e intimidaciones por parte de miembros del ejecutivo británico. Un escándalo que, de confirmarse por la policía, solo echará más leña al fuego que ya hace días que quema a Downing Street. ¿Podrán los conservadores acabar con Boris Johnson?

El complot conservador para echar a Johnson

Desde el partido conservador británico, ya hace semanas que se van sumando voces críticas contra Boris Johnson a raíz del Partygate. Después de destaparse varias fiestas en el edificio ministerial del número 10 de Downing Street, el primer ministro británico acabó admitiendo la semana pasada haber asistido a una en mayo de 2020, cuando estaba prohibido hacer encuentros sociales a raíz de la primera ola de la pandemia.

Johnson pidió perdón ante el parlamento británico, pero no fue una disculpa completa y se excusó diciendo que no sabía que se tratara de una fiesta: "pensé que era una reunión de trabajo", dijo. El terremoto político de esta confesión dejó Johnson debilitado, pero todavía con fuerzas para aferrarse al poder y sobrevivir una semana más a una lluvia de puñaladas diarias.

Downing street Londres - Efe

El llamado Partygate ha destapado varias fiestas en el edificio ministerial del número 10 de Downing Street. / Efe

A principios de esta semana, el exasesor de Johnson, Dominic Cummings, acusó al primer ministro de haber mentido a la cámara de los comunes. "Preguntaron al primer ministro si la fiesta tenía que salir adelante o no. El primer ministro dijo que sí", decía en un comunicado, dispuesto incluso a demostrarlo con pruebas bajo juramento. Johnson intentó desmentirlo en una entrevista con Sky News, aunque en realidad acabó metiendo todavía más la pata. "Nadie me dijo que lo que estábamos haciendo iba en contra las normas", se justificó quien precisamente es el encargado redactarlas y hacerlas cumplir.

Parece que son unas palabras muy medidas de cara a una posible defensa judicial, pero el gesto de sacudirse responsabilidades no ha hecho más que avivar la rebelión entre las filas conservadoras. El escándalo llegó al clímax en la sesión de preguntas al primer ministro de este miércoles. Poco después de que el diputado Christian Wakeford abandonara a los conservadores para pasarse al banquillo laborista, el histórico diputado tory David Davis quiso dar el tiro de gracia a Johnson con una conocida cita: "En nombre de Dios, márchese". El año 1940 aquellas mismas palabras pronunciadas por Leopold Armery provocaron que el primer ministro Neville Chamberlain dimitiera 48 horas más tarde.

Johnson entre la espada y la pared: ¿cómo lo pueden echar?

Si la dimisión no llega, la manera más viable que tiene los tories de echar a sus líderes es provocande una votación de confianza. Para hacerlo, un 15% de los diputados del partido tienen que enviar cartas expresando su falta de confianza al llamado Comité 1922. Las cartas son secretas, pero en cuanto se superen las 54 cartas que actualmente representan el 15%, la votación de confianza quedaría convocada y podría celebrarse en cuestión de horas.

primero ministro Reino Unido Boris Johnson - Europa Press

El primer ministro británico Boris Johnson admitió haber asistido a una fiesta en mayo de 2020, en la primera ola de la pandemia. / Europa Press

Al menos así sucedió en el caso de la exprimera ministra, Theresa May. La noche del 12 de diciembre de 2018 se celebró una votación de confianza, menos de 24 horas después de que el mínimo de diputados necesarios escribiera cartas a raíz de su negociación con la UE por el Brexit. Entre el grupo de rebeldes contrarios a May, se encontraba el actual primer ministro Boris Johnson. May, sin embargo, sobrevivió a la votación, pero acabó dimitiendo meses después y Johnson se hizo con su puesto.

Ahora, si la mitad más uno de los diputados conservadores - 180 - retiraran la confianza al actual líder conservador, Johnson perdería su sitio no solo al frente del partido, sino también del gobierno británico.

El juego sucio de Johnson

Ante este escenario, el primer ministro ha ido preparando el terreno para intentar tener el máximo de conservadores su lado. El miércoles, anunció el fin de todas las restricciones anticovid en Inglaterra en una jugada doble para tapar la rebelión dentro del partido y ganó el favor de los diputados más contrarios a las medidas restrictivas.

Esta cortina de humo parece que no ha sido la única estrategia del gobierno Johnson para aferrarse al poder. Este jueves el diputado conservador William Wragg ha acusado a los miembros del ejecutivo de hacer chantaje y amenazar a los partidarios de la moción de confianza. Según ha podido saber el The Telegraph, un detective de la Metropolitan Police se reunirá la semana que viene con Wragg para saber si los hechos denunciados constituyen de un posible crimen. La semana que viene también se prevé que se haga pública la investigación de la secretaria de la oficina del gabinete, Sue Greye, sobre las fiestas.

Con todas estas variables, el final de este thriller político es todavía imprevisible, pero que muy seguramente no dejará Johnson ileso.