La anexión 'manu militari' de la península de Crimea por parte de Rusia ha cumplido este sábado tres años, un hecho que se ha celebrado en toda la federación rusa a pesar del rechazo total de la comunidad internacional al actual status de Crimea y el evidente malestar en Ucrania, que sigue reivindicando la península como parte de su territorio nacional.

Como resultado de la invasión militar de principios del 2014, Rusia decidió anexionarse el territorio o, en lenguaje oficial ruso, 'reunificar' Crimea con Rusia, partiendo del hecho histórico que el territorio fue oficialmente ruso hasta 1954, cuando una decisión administrativa decidió transferir la península a la entonces República Socialista Soviética de Ucrania, país en que quedó integrada cuando este alcanzó la independencia el año 1991, como resultado de la desintegración de la Unión Soviética.

El 18 de marzo de 2014, el presidente ruso Vladimir Putin firmó la anexión en una ceremonia oficial en el Kremlin, que comportó la adopción de sanciones económicas internacionales contra Rusia -vigentes al menos hasta el 31 de julio del 2017- pero que, tres años después, no han conseguido variar la posición oficial rusa, a pesar de las evidentes tensiones con Ucrania, donde se mantiene la situación de conflicto militar en las provincias rusofónas del este, donde se han autoproclamado las repúblicas independientes de Lugansk y Donetsk.

Crimea "siempre ha sido parte de Rusia"

En el marco de las celebraciones del tercer aniversario, un grupo de once diputados de la Duma -parlamento ruso- ha viajado a la península, entre los cuales había el vicepresidente de esta institución, Alexandr Zhukov, que ha asegurado que "en nuestro corazón y nuestras mentes, Crimea siempre ha sido parte de Rusia". Además, ha habido actos en todo el país, desde el enclave europeo de Kaliningrado hasta el océano Pacífico.

Con todo, las celebraciones han sido más modestas que otros años, en parte por la intención de Putin de mejorar las relaciones con Occidente y superar las sanciones económicas, hecho que explica que, a diferencia de 2016, Putin no se haya desplazado esta vez a Crimea. Tampoco se ha celebrado un gran acto específico en la plaza Roja de Moscú, sino que ha tenido lugar uno de perfil más bajo en la Universidad Estatal.

Eurovisión, fuente de conflictos

Además, la tensión entre Ucrania y Rusia amenaza con crecer con la celebración, entre el 9 y el 13 de mayo, del festival de Eurovisión, que este año tendrá lugar en Kiev, la capital de Ucrania. La victoria de la participante ucraniana, Jamala, en 2016 ya causó malestar en Moscú, porque su canción, '1944', cantada en parte en lengua tártara de Crimea, contenía referencias a la deportación masiva de los tártaros crimeos por orden de Stalin cuando la península fue liberada por el Ejército Rojo del ocupante nazi.

Ahora, cuando faltan dos meses para la celebración del concurso, y entre acusaciones mutuas de Kiev y Moscú de intentar politizar el concurso, la participación de Rusia ha sido criticada por parte de Ucrania, ya que la cantante seleccionada, Yulia Samoilova, ha actuado en Crimea, un hecho que se considera una violación de las leyes ucranianas además de una provocación. Ahora bien, como se da la circunstancia de que Samoilova va en silla de ruedas a causa de una enfermedad, no han faltado voces que consideran que la elección ha sido pensada para rebajar el tono de la confrontación y evitar insultos y descalificaciones.