Las fiestas de Moros y Cristianos son una tradición festiva y cultural arraigada en varios territorios de los Països Catalans, especialmente en el País Valencià, donde tienen una presencia y una vitalidad excepcional. Estas celebraciones rememoran de manera teatralizada y festiva los enfrentamientos históricos entre las tropas cristianas y las fuerzas musulmanas durante la Reconquista, combinando música, trajes coloridos y desfiles llenos de energía y espectáculo. Se trata de un acontecimiento que es una muestra viva de identidad y tradición popular que une pueblos y ciudades. Si bien es en el País Valencià donde estas fiestas tienen su epicentro más conocido y popular, especialmente en localidades como Alcoi, Cocentaina u Ontinyent, no dejan de tener presencia también en varias zonas de Catalunya. En las comarcas de Tarragona, el Baix Ebre, Lleida y el Montsià, por ejemplo, todavía se mantienen celebraciones de Moros y Cristianos que, a pesar de ser menos multitudinarias que las valencianas, mantienen viva esta tradición histórica y cultural. En estas poblaciones, las fiestas son un momento de encuentro y fiesta que une vecinos y visitantes, y sirven para reivindicar un patrimonio compartido que forma parte del legado de los Països Catalans.

Con la llegada de la primavera, empieza la época en que se hacen visibles los primeros desfiles y actos festivos que anuncian la temporada de Moros y Cristianos. Este periodo es especialmente esperado, ya que es cuando las calles se visten de gala, los participantes se engalanan con sus elaboradas vestimentas, y la música fiestera vuelve a llenar el ambiente. Antes de descubrir en qué localidades catalanas se celebra esta fiesta y de ver imágenes de los espectaculares desfiles de, por ejemplo, Alcoi, revisaremos de dónde viene esta tradición.

Moros y Cristianos en Lleida / ACN
Moros y Cristianos en Lleida / ACN

El origen de la fiesta

La tradición de las fiestas de Moros y Cristianos tiene su origen en los siglos posteriores a la Reconquista, aquel largo proceso histórico durante el cual los reinos cristianos del norte de la península Ibérica recuperaron los territorios bajo dominio musulmán. En este contexto, la memoria de las batallas, los asedios y las conquistas fue fijándose en el imaginario colectivo mediante representaciones populares, dramatizaciones y conmemoraciones festivas. En los Països Catalans, y especialmente al Regne de València, estas representaciones empezaron a consolidarse a partir del siglo XV, y se institucionalizaron sobre todo durante los siglos XVI y XVII, en plena expansión del barroco festivo y religioso. Eran espectáculos que combinaban elementos litúrgicos y cívicos, y a menudo se hacían coincidir con fiestas patronales.

Entrada Mora en Alcoy foto europa press
Entrada Mora en Alcoi / Europa Press

Estas celebraciones evolucionaron hacia un formato más teatral y espectacular, en qué se enfrentan dos bandos –los "moros" y los "cristianos"– en escenarios que incluyen desfiles, batallas simuladas, tiros de arcabuz, embajadas (discursos y diálogos entre los jefes de los dos bandos) y el asalto o la defensa simbólica de un castillo. Con el tiempo, estas fiestas se fueron desvinculando de su origen religioso para convertirse en un elemento festivo e identitario.

La implantación más fuerte y continuada se dio en el País Valencià, donde muchas poblaciones –sobre todo del interior y del sur– mantienen la fiesta como una de sus grandes expresiones culturales. Destaca especialmente el caso de Alcoi, donde las fiestas en honor a Sant Jordi tienen una gran proyección y son consideradas una de las más espectaculares de Europa.

En Catalunya, la tradición es más testimonial pero todavía viva. En las Terres de l'Ebre, en poblaciones como el Perelló, Alcanar o Tortosa, se conservan celebraciones que, a pesar de ser menos masivas, mantienen los elementos esenciales de la fiesta y ponen de manifiesto la presencia histórica de esta tradición en tierras catalanas. Además, en Lleida, también se celebra esta fiesta con desfiles, música y actos en la Seu Vella, simbolizando la conquista de la ciudad.

¿Cómo se organizan los bandos?

En cada localidad la fiesta tiene unos matices concretos e incluso tradiciones propias, pero centrémonos en los de Alcoi, que seguramente son los más multitudinarios, espectaculares y conocidos de los Països Catalans. El primer día se hace un desfile de los dos bandos y, después, la entrada cristiana a un castillo construido expresamente y la entrada de los moros. Hay una procesión religiosa, y un simulacro de batallas, con victoria alternativa mora y cristiana. Los bandos son organizados en 'filades', que toman varios nombres (corsarios, navarros, beduinos, etc) y llevan uniformes distintos.

Participan en los desfiles numerosos bandas de música que acompañan las 'filades' tocando melodías muy particulares: las músicas moras tienen unos matices que las hacen muy diferentes de las cristianas. Las músicas se llaman 'marxes' y son uno de los elementos más distintivos y emocionantes de las fiestas de Moros y Cristianos. Los desfiles van acompañados por bandas que interpretan marchas moras y marchas cristianas, dos formas musicales con carácter propio. Las marchas moras tienen un tono majestuoso, a menudo exótico, con melodías orientales y ritmos lentos que evocan un ambiente misterioso y solemne. En cambio, las marchas cristianas son más marciales y enérgicamente triunfales, con un ritmo más vivo y una instrumentación que recuerda los desfiles militares europeos. Estas composiciones no solo acompañan el paso de las 'filades', sino que marcan el tempo y la estética de la fiesta, hasta el punto que muchas piezas se han convertido en himnos locales. Autores como Amando Blanquer, José María Ferrero Pastor u Óscar Navarro han dejado un legado musical estrechamente vinculado a esta tradición.

Dentro de esta celebración, hay una serie de figuras destacadas: el Capità es el líder de cada bando (moro y cristiano). Representa la figura heroica que encabeza a las tropas en la batalla simbólica. A menudo tiene un vestido espectacular y participa en actos muy importantes. El Abanderat lleva la bandera del bando y es una figura de gran prestigio. En el desfile, muestra la bandera con gran orgullo y destreza. En algunos pueblos, sobre todo en la parte cristiana, hay un Rei que representa la figura monárquica que guía la causa cristiana. El General Moro es el líder del bando musulmán, que también luce vestidos muy ornamentados y participa en la representación de la batalla. La Capitana es, en algunos grupos, una mujer que hace de líder o una figura importante, representando la fuerza y el carisma, dentro de la fiesta. Y finalmente, los Guerrers, que son los miembros de cada bando, los que participan de la 'filada', que desfilan vestidos con armaduras, túnicas, plumas y armas ficticias.

Aunque la fiesta de Moros y Cristianos es un símbolo cultural profundamente arraigado al País Valencià, con decenas de municipios que la viven con pasión y espectacularidad, en Catalunya también ha arraigado como una tradición propia en varios puntos del territorio. Poblaciones como Lleida, El Perelló, o incluso barrios concretos dentro de grandes ciudades, han sabido hacerla suya con carácter local, adaptándola a su calendario festivo y a su imaginario. Así, más allá de su procedencia, esta celebración forma ya parte del paisaje festivo catalán, con música, pólvora y vestuario que hacen vibrar plazas y calles con la misma fuerza evocadora de todos los Països Catalans.