Nuestras plantas de interior son como miembros de la familia: las miramos cada día, las cuidamos con afecto y, a veces, las sobrealimentamos. Sin embargo, atención, porque quizás estamos cometiendo un error común que las hace sufrir más de la cuenta. Según el experto Albert Trobalon, si eres de los que se levanta cada mañana y corre a regar todas las plantas como si fueran un grupo de niños desertados en plena sequía, este artículo de La Gandula es para ti. Según el experto en jardinería, hay un error muy común que cometemos con nuestras plantas de interior: pensar que regar un poco cada día es lo mejor para ellas. Nada más lejos de la realidad.

¿Cómo saber si mi planta necesita agua?

Muchos creen que mantener la tierra siempre húmeda es sinónimo de plantas felices, pero el experto alerta de que este hábito puede hacer más daño que bien. Las raíces, explica, necesitan respirar y, si están continuamente empapadas, pueden acabar podridas. Así que, antes de volver a llenar los cubos de agua, párate un momento y observa tu planta: las hojas, la textura de la tierra e incluso la sensación de ligereza del tiesto te dirán si realmente necesita agua.

 

La clave , según él, no es la frecuencia, sino la calidad del riego. Cuando ves que la planta empieza a mostrar signos de sed, es hora de hacerlo bien: regar de manera abundante y uniforme. Eso significa que el agua tiene que llegar a todo el sustrato, hasta las raíces más profundas. No hay nada peor que intentar saciar la sed con unas gotas, porque solo mojas la superficie y las raíces inferiores siguen sufriendo.

Y no solo es cuestión de agua: la manera como riegas puede marcar la diferencia entre una planta vibrante y una que parece que lleva tres semanas de vacaciones en el infierno. Se recomienda inclinar el tiesto un poco, dejar que el exceso de agua drene y asegurarte de que la planta no queda bañada, ya que el estancamiento de agua puede provocar enfermedades fúngicas.

Cada planta tiene unas necesidades específicas

También hay que recordar que cada planta tiene sus necesidades específicas. Las suculentas, por ejemplo, prefieren periodos largos sin agua, mientras que las tropicales agradecen un riego más generoso, pero siempre cuando realmente lo necesitan. Por eso, observar es clave: convertirte en detective de tu pequeño jardín de interior te permitirá adaptarte a cada especie y evitar errores de principiante.

En resumen, la próxima vez que cojas la regadera, olvídate de las rutinas estrictas. Mira la planta, siente la tierra y riega solo cuando hace falta, con generosidad pero con cabeza. Así, tus compañeras verdes te recompensarán con hojas brillantes, colores intensos y una vitalidad que solo la buena atención puede dar. Un pequeño cambio en el hábito de regar puede transformar completamente tu mini-oasis de interior este verano.