Cada portada es este miércoles una pieza del mosaico que es ahora la política española tras las elecciones generales 2023: las piezas están pero no se sabe qué figura componer. La hora es tan seria que El Punt Avui dice en el título principal que no se mueve nada mientras el resto de portadas muestran muchos movimientos, los típicos del inicio de cualquier negociación donde todos tienen cartas para ganar, unos mejores y otros no tanto, como es el caso de Alberto Núñez Feijóo. El candidato del PP insiste en que quiere presentarse a la investidura, es decir, envía al Rey el mensaje que lo tiene que escoger a él, aunque, sin los apoyos necesarios, la sesión de investidura de Feijóo quedaría en un mitin gratis, cosa que el Rey puede tener la cuenta tal como hacen los diarios, que no otorgan mucho espacio de portada a las pretensiones del candidato gallego.
A La Razón le da igual —por alguna cosa es el diario del aparato del PP— y anuncia en primera página que el líder pepero "irá a la investidura para defender su programa". Es el título más patético del día. No solo porque Feijóo no ha sido llamado a presentarse y porque ese encargo no depende de su voluntad —ni de la voluntad de La Razón— sino porque cualquier candidato a quien el Rey encarga acudir a la investidura va "para defender su programa". ¿A qué iría, si no? ¿A explicar recetas de cocina a sus señorías o a pedirles ayuda con el crucigrama? ¿A entretenerlos con juegos de manos? El poco talento y la ignorancia del diario quedan más patentes con el título de la editorial, que anuncia en portada como queriendo reforzar a Feijóo: "Es el ganador quien va a la investidura". No. Va el candidato que recibe el real encargo —una antigualla institucional, de acuerdo, pero es lo que hay— y es costumbre que lo reciba quien tiene opciones de salir investido, no el líder de la minoría mayoritaria, quien tiene más ganas o quien le apetezca al diario del Grupo Planeta. Tendría gracia que alguien de la Zarzuela, haciéndose el ofendido, llamara a los dueños de La Razón para recordárselo y defender los reales privilegios.
El resto de portadas son como los monitores del control de seguridad de un casino o un banco: cada uno muestra un rincón diferente del mismo casino o del mismo banco pero parecen imágenes de lugares diversos y no vistas diversas del mismo edificio. La Vanguardia se hace eco de la primera reacción solemne, automática y perezosa del PSOE a los puños en el pecho de Junts: solo negociarán dentro de la Constitución. Es la misma canción de Mariano Rajoy desde que rechazó el pacto fiscal que Artur Mas le proponía en 2012. El Periódico explica que Junts aprovecha que tiene la llave para convocar otro encuentro de partidos y entidades y hacer frente común, etcétera, y que le digan qué tiene que pedir a Pedro Sánchez a cambio de sus votos. También es una canción conocida desde que en 2013 se formó el Pacte Nacional pel Dret a Decidir. En cambio, el Ara dice que ERC ha hecho un Junts en la Diputació de Barcelona —después unos y otros nos querrán hacer decir que llueve— y que de frente común, nada de nada.
En Madrid, El País sigue la línea reciente de mostrar la negatividad interna y las contradicciones externas del PP, que ahora implora al PSOE para quedar y lo denomina "partido de Estado", cuando no hace ni 24 horas le gritaba "Que te vote Txapote" y consideraba ilegítimo el gobierno que encabeza perrosanxe. ABC disputa a La Razón la condición de diario de abordo del PP y explica que Feijóo exige que los barones regionales aclaren de una vez los pactos con Vox. Es la misma película que El País —los populares están inquietos y disparan en todas direcciones— pero poniendo la cámara dentro de la sede del PP. El Mundo parece que continúe en campaña —quizás ya da por hecha la repetición electoral— y abre con el coco Puigdemont, que quiere comerse a los niños que no tengan ocho apellidos catalanes, y acusa Sánchez de cómplice en la operación de "doblegar al Estado" que mueven los independentistas, siempre tan peligrosos, violentos y despiadados. Ui sí.
