Llueve como si se tuviera que acabar el mundo en Sabadell, pero la única cosa que de momento parece no acabarse es la espera para el inicio del mitin del Partido Popular. Cuando pasan ya tres minutos de las ocho, la jefa de prensa nos informa de que Cuca Gamarra llega tarde por culpa del mal tiempo, pero que llegará. "Suerte que no viene con Rodalies, sino el acto lo haríamos el año que viene", dice de cachondeo un periodista que también con ironía, espero, me afirma que es de Terrassa pero que se ha vacunado para venir a Sabadell antes de salir de casa. Las personas que hacen tiempo en el bar del hotel Catalonia Verdi no sé si son de Terrassa o de Sabadell, pero sé que solo hablan de una cosa: Pedro Sánchez.
De hecho, cualquiera de los turistas chinos que llena la recepción se llevaría una grata decepción si supiera que el candidato a quien toda esta gente votará no es este Sánchez tan popular, sino un tal Alejandro Fernández que nadie nombra. Yo también me he llevado una decepción al constatar que a pesar de la lluvia, ninguno de los asistentes al mitin ha llegado con una barra de pan clavada en el paraguas, como es tradición en la ciudad, quizás porque no es lo mismo reunirse con un grupo de populares en Sabadell que ir a una reunión de lo que popularmente conocemos el Colla de Sabadell. Si en el Casino de los Señores donde se encontraban los segundos había una frase escrita en la pared que decía "Estem voltats de pocavergonyes", en el hotel donde se reúnen los primeros podría haber una donde se leyera que estamos rodeados de fachalecos.
A pocos minutos de aquí el año que viene hará cien años que Francesc Trabal abrió la ventana de una casa en la calle d'en Font y tiró por el balcón su primer libro. El motivo de eso era bien sencillo: unos cuantos días antes, la revista La Academia Calasancia había anunciado la creación de la editorial Edicions La Mirada y el lanzamiento de su primer volumen, que se titulaba L'any que ve. El libro mostraba la obsesión por el lenguaje de aquel grupo de artistas y escritores entre los cuales había también Joan Oliver o Armand Obiols, y en una de las viñetas, por ejemplo, se veía dibujada una oficina de los Ferrocarrils de la Generalitat llena de objetos y dos personas. El texto, debajo, decía que el peatón preguntaba "¿Es esta la oficina de objetos perdidos?", pero la persona encargada de la oficina, amablemente, le respondía que "No, esta es la oficina de objetos encontrados".
El chiste puede parecer absurdo, pero un siglo más tarde serviría para explicar el mitin de hoy que con un retraso de treinta y cinco minutos ha empezado hace un rato, por fin. ¿Es este el partido político contra Sánchez? No, este es el partido político contra Puigdemont, ya que si una de las verdades más curiosas de Catalunya es el hecho de que cada día hay más gente de Sabadell en todas partes, una de las certezas más inesperadas de esta campaña electoral es darse cuenta de que cada día hay más gente del PSOE a todas lados, incluso entre los candidatos del PP que llevan escrito en el corazón aquello de España, antes roja que rota, que en estas elecciones se traduce por "Generalitat, antes socialista que de los de 'ho tornarem a fer'". Lo que es deshonesto es no decirlo públicamente ni quererlo reconocer, sin embargo, sobre todo cuando uno da un mitin en una ciudad como Sabadell en la cual la literalidad de las palabras es un dogma.
Que el acto se celebre en un hotel denominado Verdi y no suene La traviata se puede aceptar, que el hotel se encuentre en la avenida Francesc Macià y ninguno de los asistentes hable del presidente republicano como L'Avi es comprensible, pero que Alejandro Fernández afirme que quiere ganar las elecciones cuando en realidad el único presidente a quien el PP votará en una investidura es Salvador Illa, para mi gusto es no ser fiel al sentido literal de las palabras. Tampoco es demasiado coherente decir que el 12 de mayo va de votar "por todos los catalanes", por los que sufren para llenar el carro de la compra, por los autónomos, por las personas dependientes, por los que tienen que soportar listas de espera a la sanidad o por los que viven la pesadilla de la ocupación, pero por lo visto no por los catalanohablantes que aman su lengua, ya que el acto, a pesar de ser en Sabadell, es íntegramente en castellano.
Desgraciadamente, pues, la única cosa del mitin que habría enamorado a Francesc Trabal es la casualidad de que las dos mujeres que hablan se llaman Cuca y solo se diferencian por una cosa: Cuca Santos pronuncia 'Sabadell' y Cuca Gamarra dice 'Sabadél', al igual que lo hace Manu Reyes, que no pronuncia el fonema /ll/ a pesar de ser alcalde de una ciudad nque se llama Castelldefels. Tampoco parece ser demasiado cuidadoso con el lenguaje, aunque gasta un sentido del humor digno del Grupo de Sabadell, por eso presenta a Alejandro Fernández como el nuevo presidente de la Generalitat. La realidad, sin embargo, es que entre los discursos de los cuatro el único nombre de presidente que se repite hasta veintisiete veces es el del presidente de España. El dato habla como un libro abierto, ya que quizás es cierto que Alejandro Fernández es el candidato del PP, pero si nos ceñimos al sentido literal de la palabra, el candidato popular es Pedro Sánchez. Y eso, guste o no, lo saben incluso en China.