Tal día como hoy del año 585, hace 1.439 años, en Tarragona, Hermenegildo, primogénito de Leovigildo, rey de la monarquía visigótica hispánica, era asesinado por un lacayo nombrado Sisebuto, que actuó por orden del monarca. Tradicionalmente, la Iglesia católica ha presentado este hecho como un martirio (Leovigildo era arriano y Hermenegildo era católico). Pero la realidad es que ese crimen se circunscribía, estrictamente, en el contexto de una guerra civil entre los dos principales partidos de la corte visigótica (liderados, respectivamente, por el rey Leovigildo y por su hijo y heredero Hermenegildo), que ha sido, oportunamente, disfrazada de conflicto religioso.

La investigación historiográfica ha revelado que la mayoritaria población hispanorromana (que representaba el 90% de la masa demográfica del reino) no se implicó en ese conflicto. No obstante, algunas jerarquías católicas (la religión que profesaban las clases urbanas indígenas) estimularon muchas conversiones de personajes relevantes arrianos (la confesión que profesaba la minoría dominante visigótica). Pero ese conflicto era un enfrentamiento entre la facción cortesana partidaria del fortalecimiento del poder central a través de la figura del rey (Leovigildo) y la facción cortesana que postulaba la autonomía de los barones territoriales (Hermenegildo).

Después de cuatro años de guerra (580-584), el partido "autonomista" fue derrotado. Los teatros de guerra de ese conflicto estuvieron, principalmente, en las provincias Bética y Tarraconense. Hermenegildo fue apresado en Córdoba, pero fue recluido y encadenado en una mazmorra, primero en València y después en Tarragona. La elección de estos centros de reclusión contenía un mensaje dirigido a los barones territoriales de este cuadrante peninsular, que habían sido especialmente activos durante la rebelión de Hermenegildo. Según la tradición, Hermenegildo —llamado a reinar por su condición de primogénito— sería asesinado en una sórdida mazmorra como un vulgar delincuente.

Un año y una semana más tarde (21 de abril de 586), moría en Toledo el rey Leovigildo, y era coronado Recaredo, segundo hijo del difunto monarca y hermano menor del también difunto Hermenegildo. Recaredo pactó con los partidarios de su difunto hermano y abandonó las políticas iniciadas por su padre. Esa política conciliadora se escenificaría con la conversión de Recaredo al catolicismo, que se convertiría en la confesión oficial del reino. Sin embargo, las tensiones territoriales (sobre todo en la Tarraconense y en la Narbonense) no desaparecerían y, posteriormente, se producirían varios conflicto que resultarían letales para la monarquía visigótica hispánica.

La revuelta secesionista de Flavius Paulus en la Tarraconense y Narbonense (672-673) —con la creación del reino de los visigodos de Septentrión—, y la entrada de los árabes en la Península para apoyar a la facción "territorial" (711) acabarían provocando la caída de una monarquía visigótica hispánica sumida, desde hacía décadas, en una profunda crisis, que, finalmente, desaparecía por su incapacidad de vertebrarse.