Tal día como hoy del año 1940, hace 82 años, un pelotón formado por elementos de la Wehrmacht (el ejército alemán), de la Gestapo (la policía política del régimen nazi alemán) y del SIMP (la policía política del régimen nacional católico español) asaltaban la casa en el exilio del president Companys, en la población de Ar Baol-Skoubleg (en la Bretaña, en aquel momento Francia ocupada) y lo detenían junto con su esposa Carme Ballester y su cuñado Francesc Ballester. El president Companys fue detenido por orden expresa del general Franco y del ministro Serrano Súñer; que habían dado instrucciones a Lequerica, embajador español en la Francia ocupada, para obtener la complicidad de los nazis en su localización y extradición.

El president Companys había sido el único miembro del gobierno catalán que se había quedado en Francia después de la ocupación nazi (25 de junio de 1940). Durante la caótica retirada francesa al sur del río Loira, su hijo Lluïset —que estaba interno en una institución psiquiátrica— se había perdido. Aunque ya hacía casi tres meses que no tenían noticias, el president se había negado a abandonar Francia hasta localizar a su hijo. Fue precisamente durante aquella tensa espera que la Gendarmería —en aquel momento al servicio de los ocupantes nazis— localizó e identificó la casa del president. Acto seguido a la detención, fue conducido a la prisión de La Santé, en París, y fue sometido a un durísimo interrogatorio efectuado, únicamente, por el policía español Pedro Urraca.

El president fue conducido a Madrid el 29 de agosto de 1940 sin ninguna petición de extradición. Fue juzgado sin ninguna garantía procesal y fusilado el 15 de octubre de 1940 en Barcelona. Se da la circunstancia de que Companys es el único presidente europeo elegido democráticamente que ha sido fusilado. Francia y Alemania ya pidieron disculpas, pero España no lo ha hecho nunca. Y se da también la circunstancia de que, a la conclusión de la II Guerra Mundial (1945), la justicia francesa acusó a Urraca de crímenes contra la humanidad: había saqueado y asesinado a docenas de familias judías que intentaban escapar del Holocausto. España nunca entregó a Urraca y lo mantuvo en nómina hasta más allá de la promulgación de la Constitución (1978).

También se da la circunstancia de que durante el operativo de detención, los policías alemanes y españoles efectuaron un registro de la vivienda e incautaron un fondo de 72.000 francos franceses (el equivalente a unos 500.000 euros) que ni el president ni su viuda recuperaron nunca.