Tal día como hoy del año 1941, hace 77 años, la prensa de la época publicaba que la Junta Provincial de Protección de Menores de Barcelona, había solicitado al obispado de Barcelona que se hiciera cargo de una parte de los huérfanos de guerra y los distribuyera por las diferentes fincas ("colonias agrícolas") que los rectores parroquiales gestionaban en nombre de la mitra. Considerando que el aparato gubernamental franquista había creado instrumentos para acoger y privilegiar a los huérfanos de guerra del bando franquista, aquella medida revelaba no tan solo la brutal discriminación que se practicaba sobre los huérfanos de guerra republicanos (la inmensa mayoría de este segmento de población en Catalunya), sino también la manifiesta incapacidad del régimen franquista para afrontar los graves problemas sociales causados por el conflicto civil español (1936-1939).

La nota de prensa de la Junta Provincial de Protección de Menores citaba textualmente "colaborando así en la obra, a la vez, patriótica, cristiana y social de elevar niños moralmente abandonados a la noble condición de hombres disciplinados y útiles, temerosos de Dios, simiente de una familia cristiana y base de una sociedad más perfecta". La investigación historiográfica ha revelado que los escasos orfanatos existentes en Catalunya estaban saturados y que algunos de los responsables veían a los niños como el retoño del enemigo vencido y liquidado durante la guerra. La misma investigación concluye que la maniobra de la Junta Provincial de Protección de Menores consistía en derivar a la Iglesia una parte de la responsabilidad con el convencimiento de que, con el traslado, no se abandonaría la estrategia de adoctrinamiento ideológico que se practicaba en los orfanatos.