Tal día como hoy del año 1847, hace 171 años, los directivos y socios del Liceo Filarmónico Dramático de Barcelona inauguraban el Gran Teatre del Liceu. En aquella sesión inaugural, coincidiendo con el domingo de Pascua —en aquella época era temporada de reposo operístico—, se interpretó un programa mixto: se estrenaron una obertura musical del compositor valenciano Josep Melcior Gomis, el drama histórico Don Fernando (del dramaturgo argentino Ventura de la Vega), el ballet La Rondeña, compuesta por el músico barcelonés Josep Jurch y coreografiada por el bailarín reusense Joan Camprubí, y una cantata con texto y música de los compositores también barceloneses Joan Cortada y Marià Obiols. El día 17 se estrenaría la primera ópera: Anna Bolena, del milanés Gaetano Donizzeti.

S'inaugura el Gran Teatre del Liceu. Gravat de la inauguració. Font Gran Teatre del Liceu

El proyecto de construcción del Gran Teatre del Liceu fue impulsado por las circunstancias. El 24 de febrero de 1837 (diez años antes) un grupo de entusiastas barceloneses del género operístico que gravitaban en torno a la figura del militar liberal Manuel Gibert Sans habían creado, en el antiguo convento de Montsió (Portal de l'Àngel), el Liceo Filodramático de Montesión. Aquella iniciativa pretendía ampliar la oferta operística de la ciudad que, desde 1750, monopolizaba el Teatre de la Santa Creu —situado en el número 27 de la Rambla y conocido popularmente como Teatre Principal—, beneficiario de privilegios reales. En 1844, sin embargo, las religiosas de Montsió recuperarían la propiedad del edificio de Portal de l'Àngel y obligarían el traslado del Liceu primigenio.

En aquel punto entraría en juego la figura del empresario barcelonés Joaquim de Gispert i d'Angli, muy bien relacionado con las administraciones municipal de Barcelona y estatal de Madrid. De Gispert consiguió que el Ayuntamiento ofreciera al Liceu la adquisición del solar del antiguo convento del Trinitaris, que se convertiría en el emplazamiento definitivo. El coste de la compra del solar y la obra fue de 300.000 duros (el equivalente actual a 75 millones de euros), financiados exclusivamente por los socios del Liceu. La reina Isabel II se negó a contribuir, y el Liceu nacería como el teatro de las clases burguesas. Diseñado por los arquitectos barceloneses Miquel Garriga y Josep Oriol Mestres y con una capacidad para meter a 3.500 espectadores, se convertía en el teatro de mayor aforo de Europa.