Tal día como hoy del año 1939, hace 81 años, en el contexto de los meses inmediatamente posteriores a la ocupación franquista de Catalunya y a la finalización de la Guerra Civil; el gobernador civil de Barcelona Wenceslao González Oliveros, imponía una sanción de 10.000 pesetas (el equivalente actual a 12.000 euros) a la tienda La Saldadora, situada en la calle Cardenal Cassanyes, de Barcelona, por haber imprimido y distribuido publicidad en lengua catalana.

Según la prensa de la época (La Vanguardia Española, edición del 29/08/1939) “Por los motivos que a continuación se expresan, han sido impuestas, por el gobernador civil, las siguientes sanciones: Multa de 10.000 pesetas a la casa comercial titulada «La Saldadora», por la publicación de anuncios no redactados en el idioma nacional”. Durante el año que fue gobernador, González Oliveros se entregó a una auténtica cruzada contra toda manifestación pública de la lengua catalana.

La misma prensa revela que Oliveros se situaba al frente de los pelotones de la Guardia Civil, y que con la camisa arremangada y pistola en mano, comandaba los operativos policiales de detención y encarcelamiento de maestros que, clandestinamente, impartían en lengua catalana; en la desarticulación de redes que discretamente promovían la conservación de la cultura catalana, o en la clausura de las escuelas privadas que mantenían la enseñanza de la lengua catalana.

Oliveros había sido nombrado gobernador por su perfil ideológico nacionalista español y radicalmente anticatalán. Aquel mismo día y en aquel misma nota de prensa se decía: “Multa de 1.000 pesetas y destitución del alcalde del Ayuntamiento de Teyá, por empleo del dialecto catalán en las comunicaciones oficiales. Multa de 1.000 pesetas  y destitución del alcalde de San Agustín de Llusanés, por lo mismo que el anterior”. Posteriormente fue el anfitrión de Himmler en la visita que el cabecilla nazi hizo en Barcelona (1940).