Tal día como hoy del año 1908, hace 114 años, se producían dos explosiones ―con un intervalo de tiempo de media hora― causadas por sendas bombas de fabricación casera, que desataron el terror entre el vecindario del barrio del Raval de Barcelona. Según la prensa de la época (La Vanguardia, edición del 18 de febrero de 1908), la primera explosión se produjo a las seis menos cuarto de la tarde en la calle de Sant Ramon, en la escalera de vecinos contigua al restaurante El Comedor del Obrero; y la segunda se produjo a las seis y cuarto de la tarde en la calle Peu de la Creu, en la escalera de vecinos contigua, en este caso, del almacén de hierros Maladrigas. Como consecuencia de aquellos atentados murió una persona y resultaron heridas de diversa consideración otras dos personas.

Según la misma prensa, aquellas explosiones desataron un escenario de terror y de caos entre el vecindario, que, de manera precipitada, abandonó sus casas y huyó en dirección a la Rambla. También la misma prensa informa que la rápida intervención de la policía municipal de Barcelona ―que se apostó en torno a las casas que habían sufrido aquellos atentados― impidió la posterior acción de los saqueadores. Según aquella nota de prensa, los vestíbulos donde habían sido depositadas aquellas bombas quedaron totalmente destrozados, pero los locales contiguos ―hacia donde, aparentemente, iban dirigidos los atentados― sólo sufrieron algunos desperfectos en el escaparate (en el caso del restaurante) y en el techo (en el caso del almacén de hierros).

La nota de prensa informó de que la víctima mortal era Filomena Beltran Amorós, de 65 años, y vecina de la calle Sant Vicenç, por la explosión de la segunda bomba y que, según los testigos, salió proyectada a la calle por la onda expansiva y con la ropa en llamas. Inicialmente, la Guardia Civil afirmó que se trataba de la persona que había perpetrado los atentados. Sin embargo, días después, los familiares de la víctima y los vecinos de la casa siniestrada desmintieron esta versión y declararon que era la repartidora de leche que había tenido la desdicha de ser abarcada por uno de los artefactos mientras hacía su trabajo. Las otras dos víctimas heridas fueron Francesca Valls, de 70 años, vecina de la calle de la Cera, y Concha Ugarte, de 32 años, vecina de la calle Migdia.