Tal día como hoy del año 1793, hace 232 años, en París, y en el contexto de la Revolución Francesa (1789-1794), guillotinaban a Jean Sylvain Bailly, que anteriormente había sido presidente de la Asamblea Nacional —equivalente al Parlamento— (17 de junio – 15 de julio de 1789) y alcalde de París desde el día siguiente a la toma de la Bastilla (15 de julio de 1789), hasta que, pasados unos meses después de la masacre del Campo de Marte (17 de julio de 1791), su situación se volvió insostenible y se vio forzado a dimitir (12 de noviembre de 1791).
La caída, juicio y ejecución de Bailly se produjo en un contexto de extrema violencia. Hacía unas semanas que los reyes Luis XVI y María Antonieta habían intentado huir, buscando la complicidad de las potencias absolutistas europeas para derrocar al régimen revolucionario. Pero el fracaso de ese plan y la revelación de su objetivo provocaron una ola de odio hacia los monarcas y un notable incremento de la demanda para transformar Francia en una república. El 17 de julio de 1790, con un estado de crispación social desbocado, se celebró la II Fiesta de la toma de la Bastilla en el Campo de Marte.
Durante la mañana de dicha celebración —que había reunido a unas 60.000 personas— y cuando ya se habían recogido unas 6.000 firmas reclamando el destronamiento de Luis XVI, la seguridad interna del evento detuvo a dos personas ocultas en actitud sospechosa, las cuales declararon estar en ese escondite para “tener una mejor vista de los tobillos de las damas”. Sin embargo, nadie les creyó, fueron acusados del intento de provocar una matanza y fueron ahorcados allí mismo. Poco después, la Guardia Nacional —dirigida por La Fayette— dispersó a la multitud.
Pero por la tarde, una nueva multitud —dirigida por los líderes revolucionarios Danton y Desmoulins, partidarios del destronamiento del rey— llenó de nuevo el Campo de Marte. Mientras tanto, Bailly —que no era partidario de la ejecución de los reyes— había declarado el estado de excepción y había ordenado disparar contra la concentración. Cuando esta nueva multitud llenó la explanada de los Campos Elíseos, la Guardia Nacional se posicionó en línea de fuego y disparó contra los civiles desarmados. La investigación historiográfica estima que habrían muerto entre 12 y 50 manifestantes.
Aquella trágica tarde, denominada "Masacre del Campo de Marte", significó el fin político de Bailly. La presión popular le obligaría a dimitir cuatro meses más tarde (12 de noviembre de 1791) y a alejarse de París. Inicialmente, no se le exigió ninguna responsabilidad, pero durante la Insurrección Federalista (junio – diciembre de 1793), donde los jacobinos —partidarios de un Estado centralizado— derrotarían a los girondinos —partidarios de una república federal— y el ascenso al poder de los elementos más radicales del partido ganador (el Régimen del Terror de Robespierre, Danton y Marat), se produciría su detención.
Bailly fue juzgado, acusado del asesinato de un número indeterminado de civiles y condenado a morir. Fue ejecutado al día siguiente de la sentencia, en el mismo sitio donde se había perpetrado la masacre (en el Campo de Marte) y coincidiendo con el segundo aniversario de su dimisión.