Tal día como hoy del año 1242, hace 783 años, en la villa de Avinhonet de Lauragués (entonces condado independiente de Toulouse y actualmente región de Occitania-Francia), un grupo de 85 caballeros procedentes del castillo de Montsegur masacraba a los miembros de un tribunal inquisitorial que deambulaba por el territorio persiguiendo, torturando y asesinando a los cátaros. Aquel incidente se produjo en el contexto del conflicto que enfrentaba a la casa de Tolosa —que defendían la consolidación de un estado independiente— contra la monarquía francesa, que buscaba recuperar el dominio sobre aquel territorio, que había ostentado anteriormente, durante la época carolingia.
Según las fuentes documentales eclesiásticas, el pueblo de Avinhonet abrió las puertas de la muralla a un grupo de caballeros, que rápidamente se introdujeron en la villa y accedieron al interior del templo parroquial. Según estas mismas fuentes, en aquel momento, el séquito inquisitorial estaba oficiando misa de maitines y fueron atacados, violando la naturaleza de asilo de aquel espacio. En cambio, otras fuentes de origen civil afirman que los caballeros sorprendieron al séquito inquisitorial de madrugada, pero mientras dormían en una granja en las afueras de Avinhonet, porque ninguna villa del territorio les abría las puertas.
Lo que está fuera de duda es que los caballeros asesinaron a los religiosos Guillem Arnaut, Esteve de Sant Tiberi, Bernat de Roquefort, Esteve de Narbona, Ramon de Carbonier, Ramon de Canhac y Bernat de Fortanier, y a sus sirvientes seglares Garcia d'Aure y Pere el Notari. Los dos primeros —Arnaut y Sant Tiberi— eran copresidentes del Tribunal de la Inquisición de Toulouse, establecido por el papa Gregorio IX, y habían sido nombrados directamente por la cancillería pontificia. Según las fuentes (tanto las eclesiásticas como las civiles), los caballeros mataron a los inquisidores a golpes de espada y de hacha y destruyeron toda la documentación que habían generado.
Aquel incidente provocó la reacción del Pontificado, que decidiría vengar aquellos asesinatos urdiendo la masacre de Montsegur (1244), que se saldó con un gran auto de fe en el que los cruzados franceses quemaron vivas a más de doscientas personas.