Tal día como hoy del año 2003, hace 17 años, se reinauguraba la estación de ferrocarril de Lleida, que tenía que recibir el primer convoy del tren de gran velocidad (denominado AVE por su gestor español) que llegaba a Catalunya. La estación de Lleida se convertiría en una de las cinco situadas en el trayecto del tren de gran velocidad entre Madrid y Barcelona. Estaba previsto que, una vez en Barcelona, aquella línea se prolongara hacia el norte hasta Girona y Figueres, y enlazara con el alta velocidad francesa en Perpinyà en dirección a París y con la red de alta velocidad continental.

No obstante, las obras del trayecto Lleida-Barcelona se retrasaban en el tiempo y hasta el 2007 el tren de gran velocidad no llegaría a la capital catalana. Actualmente, esta línea utiliza la estación de Sants, y, en cambio, la estación que se proyectó para distribuir el tráfico de alta velocidad desde Barcelona en los diferentes destinos (la Sagrera), y que tenía que convertir la capital catalana en una de las principales terminales de Europa. Después de muchos retrasos, todavía continúa en obras. Estos etrasos están causados por la secular desinversión española en las infraestructuras catalanas.