Tal día como hoy del año 1520, hace 499 años, Carlos de Gante recibía la noticia de que había sido elegido emperador del Sacro Imperi Romanogermànic. Esta dignidad –que había recaído en un miembro de la estirpe Habsburgo en otras dos ocasiones (su bisabuelo Federico III y su abuelo Maximiliano I)– era vitalicia pero no hereditaria, sino que era el resultado de una elección que se llevaba a cabo en el Colegio Electoral Imperial. En el momento en que fue elegido Carlos de Gante, los príncipes (hombres principales) electores eran los arzobispos de Maguncia, Tréveris y Colonia, el rey de Bohemia, el conde independiente del Rin, y los duques independientes de Sajonia y de Prusia.
Carlos de Gante, nieto y heredero de Fernando el Católico en el trono de la corona catalano-aragonesa, estaba en Barcelona negociando su nombramiento como conde independiente de Barcelona. Según la documentación de la época, Carlos había manifestado un gran interés en viajar a Barcelona y conocer –de primera mano– el estamento mercantil del país (en otra época, el más potente del Mediterráneo). Incluso, se apunta, que –sugerido por sus consejeros flamencos– habría valorado muy seriamente la posibilidad de convertir Barcelona en la sede permanente de su cancillería, es decir, en la capital de sus dominios. Pero la elección imperial de Carlos precipitó los acontecimientos.
Carlos salió de inmediato hacia Aquisgrán para ser coronado emperador. La misma documentación dice que Carlos de Gante estaba muy resentido con las oligarquías castellanas por su prepotencia, pero que todavía lo habían decepcionado más las élites catalanas por su obstinada defensa del régimen foral catalán, que chocaba con una ideología –que se estaba imponiendo entre las monarquías europeas– que tendía al centralismo y al absolutismo. Este mismo "problema" lo encontraría en el País Valencià y en los Países Bajos y, finalmente, acabaría pactando con la aristocracia latifundista castellana, más dispuesta a transitar hacia el modelo político que ambicionaba Carlos.