Tal día como hoy del año 1940, hace 79 años, la delegación provincial de Barcelona del Movimiento Nacional (el partido único del régimen dictatorial franquista) hacía pública la convocatoria de un concurso restringido para la provisión de 222 plazas de trabajo "para cubrir las vacantes producidas en sus órganos administrativos, con objeto de dar entrada en los mismos a los Caballeros Mutilados, excombatientes, excautivos y huérfanos de nuestros Caídos".

Aquella convocatoria se articuló como un concurso de méritos de adhesión ideológica al golpe de Estado de 1936 y se publicó poco después de que se hubiera acabado la primera gran oleada de expedientes de depuración ideológica en la administración pública y en la universidad, que se había iniciado los días inmediatamente posteriores a la ocupación franquista de Barcelona (26 de enero de 1939) y que afectó a centenares de personas de ideología catalanista y republicana.

A pesar de que la convocatoria decía que los 222 puestos de trabajo estaban destinados cubrir vacantes existentes dentro de la organización provincial del Movimiento Nacional, todos los admitidos pasarían a engrosar la masa laboral de los antiguos departamentos de la Generalitat suprimida por el gobierno franquista, sobre todo de los de Treball, Ensenyament, Transport, Sanitat y Assistència Social. Por lo tanto, adquirían la categoría profesional de funcionario de carrera sin haber superado ningún proceso de oposiciones.

En la nota de que publicaba la prensa, copia literal de la convocatoria firmada por el jefe provincial del Movimiento y gobernador civil Wenceslao González Oliveros, se informaba de cuáles eran las condiciones que tenían que reunir a los candidatos que optaban a aquellas plazas: "La razón de este concurso se basa en el espíritu de justicia y hermandad que es norma del Movimiento Nacional, y que exige la absorción en puestos retribuidos de aquellos que lucharon y sufrieron por conseguir nuestra victoria".

Aquella fue la primera pero no la única usurpación masiva de puestos de trabajo. En los años 1940 y 1941 habría más. Las personas que fueron víctimas de los procesos de depuración no tan solo no consiguieron recuperar el puesto de trabajo jamás, sino que fueron incluidas en registros policiales y estigmatizadas como "rojos", "separatistas", "ateos" o "desafectos al régimen", lo que muchas veces les impediría acceder a un puesto de trabajo, incluso de una categoría muy inferior, en la empresa privada.

Imagen: Desfile falangista ante la Universitat de Barcelona (7.3.1939) / Foto Brangulí. Arxiu Nacional de Catalunya