Que el acuerdo que habían suscrito Esquerra Republicana y el PSC para la investidura de Salvador Illa no era, ni se parecía, al concierto económico, lo sabía todo el mundo. Basta con ser un poco leído y haberse estudiado qué son los conciertos vasco y navarro, y compararlo con el pacto catalán para ver que la financiación singular acordada para Catalunya es otra cosa. ¿Un avance respecto al modelo actual? Sí, claro. Aunque solo sea porque si se respeta el principio de ordinalidad en ingresos y gastos del Estado entre las diferentes comunidades autónomas, ya será un gran qué. Luego hay todo el desarrollo normativo, aquel que permitirá que Catalunya pueda recaudar sus impuestos y que será aplicable en la declaración de la renta del 2025, o sea, en junio de 2026. En política, las cosas a dos años han sido siempre una eternidad.

Unas pocas semanas ha tardado María Jesús Montero, la vicepresidenta económica del Gobierno, a puntualizar desde Rota, en Andalucía, lo obvio: "Lo podemos llamar como queramos, pero la única experiencia de concierto económico es el vasco y el navarro". Tema zanjado. Al tiempo que invitaba a todas las comunidades autónomas a que copien el modelo para caminar hacia una federalización del estado autonómico. O sea, tras el café para todos competencial, parece vislumbrarse en el horizonte un café para todos económico, ya que eso, y no otra cosa, es su invitación a las autonomías a que se inspiren en el acuerdo con Esquerra, que, utilizando sus mismas palabras, permite poder explorar otras rutas y caminos que posibiliten satisfacer las demandas de autogobierno "sin que ello implique quebrar la igualdad entre españoles".

La pataleta de Esquerra tras las palabras de Montero, amenazando con tumbar los presupuestos generales del Estado, que aún no están presentados, es tan solo un brindis al sol. No va a suceder, simplemente, porque nadie los ha engañado. Otra cosa es que necesitaran vender un determinado relato ante la opinión pública para sacarlo adelante en la conflictiva votación entre la militancia. La ejecutiva provisional que encabeza Marta Rovira no quería repetición electoral, ya que el resultado hubiera sido un desastre a la vista de lo que sucedió el pasado 12 de mayo. Pero no podía explicarlo así y se conjuraron para vender lo que no era y ganar tiempo.

La pataleta de Esquerra amenazando con tumbar los presupuestos generales del Estado no va a suceder, simplemente, porque nadie los ha engañado

Montero ha pinchado un poco de este globo, mientras el PSC gobierna en solitario en Catalunya y Salvador Illa hará todos los esfuerzos para sacar adelante el documento acordado. Seguramente, en su visita de estos días a Lanzarote, habrá hecho mucho más que ir de mercadillos con Pedro Sánchez, también de descanso en su residencia oficial de La Mareta en la isla. Sabiendo la relación especial que ambos mantienen y que el presidente del Gobierno mide hasta el último de sus movimientos, la intervención de Montero igual no es tan casual. También cabe pensar que Sánchez e Illa han planificado sus próximos movimientos tanto en Catalunya como en España. Sobre todo en Madrid, donde la mayoría parlamentaria, la de la investidura, ahora mismo existe tras la salida de Junts del bloque que le llevó a la Moncloa.

Ahora se entiende mejor el silencio de Oriol Junqueras y sus resistencias a aparecer públicamente avalando el acuerdo suscrito. Junqueras no quería que un lastre de este calibre le desviara de su único objetivo: recuperar la presidencia del partido en el congreso convocado para el 30 de noviembre y que diferentes voces ya han pedido que se adelante. Por eso fracasaron todos los esfuerzos de Rovira y de sus partidarios para que se posicionara y la posición del líder del partido se limitó a un tuit muy genérico en el que dijo entender las dudas de la militancia. Hoy Junqueras camina con paso firme a recuperar el control de Esquerra y el equipo que le apartó de la presidencia intenta tapar como puede las fugas informativas de un supuesto concierto económico que ni está ni se le espera.