Aunque la respuesta de Israel al ataque de Irán ha sido contenida y hay margen para la esperada desescalada bélica, nadie se atreve a presagiar con una mínima seguridad que ello vaya a suceder y, menos, a consolidarse en el tiempo. El ataque con drones de este viernes, confirmado por militares israelíes e iraníes —no así el lanzamiento de misiles contra la provincia de Isfahán, en el centro del país, que Teherán niega haber recibido, aunque podría estar mintiendo—, va en la dirección de los esfuerzos de Estados Unidos para evitar una reacción contundente de Benjamín Netanyahu que dejara sin control alguno el conflicto que se ha abierto.

El presidente Joe Biden, que se juega también mucho con elecciones presidenciales a la vuelta del verano y con unos presagios ciertamente pesimistas, parece haber hecho entrar en razón al primer ministro israelí. La respuesta militar llevada a cabo desde Tel Aviv, que no ha causado ninguna víctima, ni ha producido daños relevantes, por las imágenes que se han apresurado a difundir las autoridades de Teherán, está en la franja baja de lo que cabía esperar y, sobre todo, de lo que había sido la reacción inicial de las autoridades judías tras el ataque recibido.

Joe Biden parece haber hecho entrar en razón al primer ministro israelí

El cierre de los mercados bursátiles, prácticamente plano, hace pensar que existe un cierto convencimiento de que el conflicto no va a ir a más. Como siempre sucede, la mayor amenaza es el peligro de la espiral de represalias. Tanto el secretario general de la ONU, António Guterres, como el de la OTAN, Jens Stoltenberg, han hablado en esta dirección y poniendo el acento en la necesidad de evitar el descontrol. En términos no muy diferentes se han pronunciado los ministros de Asuntos Exteriores del G7, que han celebrado una reunión en Italia con la doble mirada del conflicto Irán-Israel, pero también la guerra de la Franja de Gaza, donde están embarcados en intentar un alto el fuego inmediato y sostenible, algo que está muy lejos de ser posible.

Los próximos días van a ser decisivos y se podrá ver el alcance real, sobre todo si Irán no reacciona. El hecho de que hayan rebajado la acción israelí, atribuyan a su propaganda el ataque con misiles y tilden su reacción de fracaso, debería servir de pasarela para dejar las cosas aquí. Pero son tantos los asuntos pendientes entre ambos países, los intereses cruzados de terceros estados y el polvorín en el que están sentados, que un mínimo pronóstico positivo tiene un serio riesgo de quedar a la intemperie en muy pocas horas. Ha sucedido en tantas ocasiones que, siendo realistas, a lo mejor tan solo cabe esperar unos pocos días de una cierta tranquilidad