Ha sido un poco más largo de lo que cabía prever pero las derechas no han dejado escapar la Comunidad de Madrid. PP y Cs han necesitado la docena de votos de Vox para sellar un acuerdo de gobierno y los han tenido. La formación de Albert Rivera ha contorsionado para disfrazar su alianza con Vox pero ha acabado rendida a sus exigencias. Pablo Casado tiene un segundo barón territorial potente, la presidenta Isabel Díaz Ayuso, que se suma al andaluz Juanma Moreno. Pedro Sánchez gobierna España —en funciones— pero ninguna de las tres autonomías más pobladas —Andalucía, Catalunya y Madrid— tienen presidente socialista y entre las siete primeras, solo la comunidad valenciana con Ximo Puig sigue la estela de Ferraz.

Díaz Ayuso tiene por delante la labor de desprenderse de las vinculaciones con casos de corrupción, después de que el ex secretario general del PP Francisco Granados la relacionara con el caso Púnica, una trama de corrupción que adjudicó servicios públicos por más de 250 millones de euros. Por allí andan también sus antecesoras, Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, para las que la Fiscalía ha pedido su imputación por financiación irregular del PP.  La presidencia de Ayuso ha nacido con unas mochilas aparentemente demasiado pesadas pero la derecha ha cerrado filas y Rivera parece dispuesto a tragar con todo. Las críticas a la corrupción por parte de Ciudadanos se ha agrietado definitivamente con los pactos municipals y autonómicos de los resultados surgidos del pasado 26 de mayo.

Con esta elección, Madrid pasa a ser el laboratorio liberal del PP en materia económica y sobre todo impositiva. Díaz Ayuso ha anunciado "la mayor rebaja fiscal de la historia" para los madrileños y cuenta reducir hasta un 5,5% el IRPF y aumentar significativamente las deducciones para las familias. Si el PP lleva a cabo su promesa, la Comunidad de Madrid, que ya es la que menos grava a las rentas altas, con el 21%, lo que hace un agregado del 43,5%, pasaría en el 2023 a cotizar al 38%, exactamente diez puntos menos del 48% que pagan actualmente las rentas más altas en Catalunya.

Por cierto, ¿qué pasó con la bandera de la reforma del IRPF en Catalunya, antes tan peleada? ¿No la quiere nadie?