Desde principios de julio en que quedaron ingresados en la prisión de Lledoners los siete presos políticos catalanes —Junqueras, Sànchez, Cuixart, Turull, Rull, Forn y Romeva— no hay día que falte a las puertas del centro penitenciario algún acto de solidaridad con ellos. A veces, en pequeño formato y, al menos una vez por semana, reuniéndose concentraciones de miles de personas que reclaman su libertad y expresan su solidaridad. No con la misma asiduidad pero de una manera similar se producen actos frente a los centros penitenciarios de Mas d'Enric —Carme Forcadell— y Puig de les Basses —Dolors Bassa—.

No es un fenómeno normal en una sociedad democrática. Nunca antes había sucedido en España ni tampoco en la Europa democrática que se produzcan situaciones continuadas de esta naturaleza. No hay día que algún medio de comunicación internacional se haga eco de esta anomalía y que reproduzca alguna entrevista o declaración de alguno de los políticos privados injustamente de libertad. Este sábado, unos 450 músicos y cantantes profesionales han participado en la interpretación del Mesías de Händel a la misma hora que los reclusos estaban fuera de sus celdas y podían seguirlo en directo. Miles de personas la han escuchado también en la explanada frente a la prisión. No deja de ser curioso que Händel, que decidió que no iba a recibir nunca ganancias por esta obra, señalara que el Mesías era un regalo para los enfermos y los presos. 

La sociedad catalana, no solo la independentista sino también sectores periféricos a este movimiento, está demostrando una alta capacidad de resiliencia y generosidad. Una fortaleza para agruparse en movimientos de base que, como una lluvia fina, se han extendido por toda Catalunya. Es realmente sorprendente la capacidad imaginativa de la gente a la hora de acercar cualquier muestra de solidaridad a los presos políticos. Medio año después de su traslado a Catalunya desde las cárceles madrileñas de Estremera, Soto del Real y Alcalá-Meco, se puede asegurar que durante el tiempo que permanezcan en prisión no se sentirán solos.

Cabe preguntarse, sin embargo, hasta cuándo quiere alargar el Estado esta injusta situación. ¿Acaso contempla que durante años haya movilizaciones de esta naturaleza? Lledoners, Mas d'Enric y Puig de les Basses son hoy lugares de peregrinaje y ejemplos de una situación injusta. Y así va a seguir hasta que cambie la situación.