La Audiencia Nacional ha rescatado al coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, viejo conocido de los dos millones de catalanes que acudieron a votar el 1 de octubre de 2017 en el referéndum de independencia de Catalunya, y ha ordenado su restitución como jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Tres Cantos (Madrid). El incompetente ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que lo cesó por falta de confianza por unos polémicos informes relacionados con la investigación judicial del 8-M en Madrid previos a la pandemia, ha recibido un épico revolcón al considerar la justicia española que el motivo de la decisión discrecional del cese era ilegal. "La legalidad no puede ser arrinconada por la discrecionalidad. Por el contrario, las potestades discrecionales deben ejercitarse dentro de la legalidad", señala el auto de restitución del coronel en su mando.

De los Cobos, coordinador del dispositivo policial del referéndum del 1-O en que más de mil personas resultaron heridas por las cargas policiales, es, sin ningún género de dudas, un pata negra del deep state y su adversario, en esta desigual pelea, un ministro desacreditado como político y también como juez. Pero hay una enorme diferencia: el primero falseó la verdad durante el juicio del 1-O en el Tribunal Supremo que condenó a los presos políticos catalanes sin que ello tuviera ninguna consecuencia. El segundo es un ministro al que Pedro Sánchez hace tiempo que tendría que haber cesado pero un cargo político al fin y al cabo y, como tal, representante de la soberanía de los ciudadanos.

Seguramente no hay un ejemplo más claro del poder real de la judicatura en España que el paseo triunfal del coronel De los Cobos por la Audiencia Nacional. Hace ya tiempo que el poder político renunció a dirigir las riendas del Estado y el 3 de octubre de 2017, con el discurso televisado de Felipe VI, marcó un punto de inflexión irreversible que dejó en fuera de juego a los responsables de los partidos que se alternan en la gobernación del Estado. El poder del deep state es incomparable con el del gobierno. Esto se podrá decir con la boca pequeña o incluso se podrá no decir, pero no por ello es menos cierto.

Hay un auténtico pulso entre los poderes ejecutivo y judicial que va ganando ampliamente el segundo. Los intentos para conformar una nueva cúpula del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo se han saldado con derrotas del Ejecutivo y con un permanente bloqueo del Partido Popular. Si a todo ello la incompetencia de Marlaska no hace más que colarse goles en propia puerta, uno solo puede llegar a una conclusión: es necesario mantenerlo en el cargo, señor Sánchez?