La misma semana que el Tribunal Supremo acaba de comunicar extraoficialmente —un whatsap a los periodistas no es precisamente un documento oficial— que previsiblemente iniciaría el juicio para inhabilitar al president Quim Torra por una pancarta en el balcón del Palau de la Generalitat el próximo 17 de septiembre, la CIA desclasificaba una serie de documentos que confirman que Felipe González, siendo presidente del Gobierno, dio su aprobación en 1983 para crear los GAL y llevar a cabo asesinatos. La famosa 'X' de los GAL no era, ciertamente, una gran novedad ni periodística, ni política, ni empresarial pero sí judicial que nunca quiso subir el escalón que suponía implicar a un presidente del Gobierno en una trama del terrorismo de Estado.

"González ha acordado la formación de un grupo de mercenarios, controlado por el Ejército, para combatir fuera de la ley a los terroristas". Con esta lapidaria frase sentencian los escritos de la CIA la participación del expresidente. Hubo terrorismo de estado al máximo nivel y los tribunales de justicia española dejaron hacer mientras se cambiaban jueces y fiscales para minimizar al máximo el impacto de la actuación de los GAL.

Cuatro preguntas: ¿Se planteará el PSOE expulsar a Felipe González del partido?, ¿abrirá este lunes la Fiscalía una pieza separada para conocer la veracidad de la noticia y, llegado el caso, citar al expresidente del Gobierno?, ¿tendrá consecuencias institucionales y se le retirarán los honores y las prebendas que tiene como expresidente?, ¿seguirán escondiendo la oficialista prensa de papel y las televisiones la noticia de González de la misma manera que hicieron con la corrupción de Juan Carlos y la monarquía española? Porque mucho me temo que las respuestas ya se saben: no a las tres primeras y sí a la cuarta.

La exculpación de Gonzalez en el asunto de los GAL fue la exaltación máxima de un estado que más que buscar justicia se dedicó a proteger crímenes de estado. Eso sí, la justicia es igual para todos, se proclamaba desde la jefatura del Estado mientras se cobraban comisiones, como más tarde hemos sabido gracias a Corinna. El deep state al rescate de unos y en contra de otros, mientras se hacen grandes loas a la democracia española. Por eso, Torra será expulsado de la presidencia de la Generalitat y González seguirá dando imperturbables lecciones de ética y de moral. También de política.