Por más que suceda una y otra vez, uno no deja de alarmarse ante la impunidad con que se ha tomado el control mediático de la verdad en el procés catalán y de una manera muy concreta, estas últimas semanas, del juicio en el Tribunal Supremo. Aunque es obvio que la parte más importante y políticamente más sustantiva del tiempo que llevamos transcurrido eran los interrogatorios a los presos políticos catalanes, acusados en distinto grado de rebelión, sedición, malversación desobediencia, nada de ello pareció interesar a los medios generalistas españoles de prensa, radio y televisión. Se produjo un apagón informativo sorprendente. También un abismo entre lo que estaba sucediendo en el Tribunal Supremo y el eco que tenían las informaciones.

Solo cuando han acudido Mariano Rajoy, Soraya Saénz de Santamaría y el ministro Zoido, los medios españoles han sido conscientes de que el juicio había empezado. Las televisiones españolas han alterado su programación y han conectado en directo para transmitir el juicio. Algo que no habían hecho con los presos políticos catalanes. ¿Qué ha sucedido? Pues que la España que desea estar informada ha visto que sus gobernantes habían sido un desastre. Que lejos de actuar conforme al cargo que tenían se habían dedicado a sestear.

A mediados de semana, una persona importante del mundo empresarial me hacía la siguiente reflexión: "¿Te imaginas si Madrid hubiera explicado la realidad de las negociaciones que había hecho el independentismo para alcanzar un acuerdo en un referéndum?" Pero nada de eso ha sido posible. Presionado por una derecha extrema y muchas veces incompetente, nada se ha hecho y nada se ha intentado. Rajoy, SSS y Zoido son la memoria viva de la incompetencia envueltos en la rojigualda. Pero incompetencia, al fin y al cabo, y los medios alentando la propagación de la mentira para salvar un Estado que hace aguas.

Y ahora se empieza a ver.