Pues parece que va a ser que no. Miquel Iceta, el todopoderoso primer secretario del PSC y, en estos momentos, uno de los máximos enemigos del independentismo por su activa participación en la aprobación del 155, se va a quedar sin su acta de senador autonómico y, en consecuencia, no va a ser el nuevo presidente del Senado. ¿Qué ha sucedido para que, como en otras ocasiones, en la trastienda de la política no se haya alcanzado un acuerdo? Fundamentalmente dos cosas: en primer lugar, la manera como se anunció la candidatura de Iceta haciendo pasar al Parlament como si fuera una gestoría del PSOE, era directamente un trágala. Pedro Sánchez decidía y la Cámara catalana se limitaba a ratificar. Sin embargo, la candidatura de Iceta hubiera podido prosperar quizás si la portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra, hubiera aceptado algún tipo de negociación.

Tanto en el caso de Esquerra como en el de Junts per Catalunya había un cierto margen. La sorpresa, en todo caso, para Gabriel Rufián ha sido la cerrazón a todo, como si estuvieran la mar de cómodos sin su voto. No había margen para negociar nada, bien sea por la inminente convocatoria municipal y autonómica donde el PSOE se juega relevar al PP en muchas e importantes plazas, o porque esta va a ser la actitud del Gobierno en esta nueva legislatura. Lo mismo le ha sucedido a Junts per Catalunya, mucho más necesitada de alcanzar algunos acuerdos tan trascendentes como, por ejemplo, grupo parlamentario propio en el Congreso e hipotéticamente en el Senado, y abandonar en ambas Cámaras su pertenencia al Grupo Mixto. Por razones políticas y económicas; no es una cuestión menor en una formación política. También han recibido calabazas.

El último choque entre independentistas y socialistas ha sido con motivo de la frustrada presencia de Oriol Junqueras en el debate de candidatos al Parlamento Europeo, que llevaba aparejada la ausencia de Carles Puigdemont. O con la participación de Toni Comín o Clara Ponsatí. El Ministerio del Interior bloqueó a los dos primeros y la Junta Electoral central a los dos últimos. Llegado a este punto, la irritación de los independentistas fue a más, ya que solo recibían malos tratos y una clara actitud hostil. El martes por la noche el hilo de esperanza de Iceta se rompió y este miércoles se ha confirmado haciendo infructuosas todas las gestiones que realizó en el mundo independentista.

Una vez la candidatura de Iceta quedó KO, casualidades de la vida, la fiscalía, de la que hacía días no sabíamos nada de ella, ha añadido el delito de organización criminal para 28 de los 30 procesados del juzgado 13, entre ellos la cúpula de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA) y los responsables de TV3 y Catalunya Ràdio. No deja de ser curioso que a cada negativa a los deseos del gobierno español haya una respuesta inmediata de la fiscalía. Pero debe ser casualidad.