Y al tercer día de su regreso a España habló el emérito. Aunque, bien mirado, los que han generado una cápsula para blanquear sus casos de corrupción, y mirar de proteger así a la monarquía, lo que recibieron fue toda una declaración de intenciones del rey que ha abandonado provisionalmente su residencia en Abu Dabi: "¿Le va a dar algún tipo de explicaciones?", le pregunta la reportera en la puerta de la residencia de su amigo Pedro Campos, en la que se ha hospedado estos días en Sanxenxo. "¿Explicaciones de qué, ja, ja?".  

Esta frase, terrible para la monarquía española, la víspera de que Juan Carlos se reúna en Madrid con su hijo Felipe y el resto de su familia, es el ejemplo más claro de la situación actual. Un rey corrupto que tuvo que exiliarse a los Emiratos Árabes Unidos y que ha permanecido dos años sin poder regresar a Madrid, vuelve a España una vez la justicia ha limpiado sus causas judiciales, no sin constatar que habría sido procesado si no hubieran prescrito sus delitos o careciera de inmunidad, y lo que hace, en la primera ocasión que abre la boca, es producir una sonora carcajada riéndose de todos.

Desprovisto de cualquier necesidad de actuar con prudencia, no ha tenido, ni siquiera, que decir como en 2012, después de la polémica originada por su cacería de elefantes en Botsuana, que lo sentía mucho, que se había equivocado y que no volvería a ocurrir. Diez años después ha golpeado con estrépito a la monarquía española con su demoledora frase de "¿Explicaciones de qué, ja, ja?". Una frase con la que responde, además de a la periodista gallega, a todos los que le hemos pedido explicaciones, empezando por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Ya tiene Sánchez la respuesta, ¿qué piensa hacer ahora? Porque el próximo 10 de junio habrá una nueva visita a Sanxenxo para una nueva regata.

Desde el primer momento este viaje ha sido un despropósito, la cobertura mediática impropia de un país moderno y la adulación que se le ha procesado por parte de diarios de papel y comentaristas de televisión, humillante en un país que se define como democrático. Como vergonzosa va a ser su visita a la Zarzuela, residencia del jefe del Estado. Aunque se presenta como una visita privada, es obvio que va mucho más allá de ello. Es el regreso a la que fue su casa durante varias décadas y que sirvió para su frenética acción de enriquecimiento ilícito. Visita privada hubiera sido un encuentro en Abu Dabi la semana pasada, cuando Felipe VI se desplazó a la capital de los Emiratos para trasladar sus condolencias por la muerte del emir Jalifa bin Zayed Al Nahayan, gran amigo del emérito.

No se hizo así el pasado día 14 y ahora se nos quiere dar gato por liebre. Yo no sé si allí dentro habrá risas o no, ni el reencuentro padre e hijo, pero la visita en estos momentos es deshonrosa.