Hoy las portadas están encantadas de la vida porque Francia y Alemania propondrán a los restantes 25 estados de la Unión Europea destinar medio billón de euros a un fondo de reconstrucción en forma de transferencias —es decir, que los estados no tendrán que devolver lo que reciban. No serán créditos. Este fondo se constituirá en los presupuestos de la UE. Al mismo tiempo, el Banco de España pide un pacto de Estado de larga duración que incluya recortes en el gasto público y un ajuste fiscal.

La suma de una y otra cosa —si es que las cosas van finalmente así— es que la pandemia la pagarás tú y los que son como tú. Nadie regala nada. Lo pagarás recibiendo menos del Estado, que recortará donde pueda, y también recaudarà directamente vía más impuestos y tasas. Ninguna sorpresa. No hace falta decir nada más.

Los diarios te lo dirán con más pausa y anestesia. El Mundo hace un avance entrevistando la hasta ahora desaparecida presidenta del BCE, Christine Lagarde. El título es el típico tópico liberal, del estilo de "antes de distribuir riqueza hace falta crearla", etcétera. Pero hay letra pequeña en un subtítulo: "No puede haber más solidaridad si no hay coordinación de decisiones presupuestarias". Dicho de otra manera: el dinero europeo a fondo perdido implicará más control de los presupuestos de cada estado desde Bruselas —los hombres de negro en otro formato, quizás más agradable.

Los detalles de todo eso no se conocen todavía —y tardarás en enterarte, porque es complejo articular todos esos cambios y poner de acuerdo a 27 estados. Pero ya conoces la dirección: recortes, impuestos, hombres de negro. Sin contar con que aquel medio millón no llega ni a la mitad de lo que los mismos estados de la UE calculan que será necesario para recuperarse de la crisis económica causada por la pandemia.

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