El Real Madrid no ha podido pasar del empate contra el Villarreal en el Estadio de la Cerámica (2-2) y ya piensa en la final de Champions League contra el Liverpool. Los de Zidane han despedido una temporada floja en la Liga Santander con una actuación de dos caras y ponen todos los sentidos pendientes del partido que tiene que salvar un curso mediocre.

Sin regularidad

El Madrid ya ha acabado todos los ensayos para la final de Kiev. A sólo una semana de la gran función de la temporada, los blancos miran el calendario y se dan cuenta de que ya han tachado todas las casillas que había antes de un acontecimiento en el cual participarán por tercer año consecutivo. Los aficionados madrileños sonríen satisfechos después de ver que las últimas pruebas de cara a la final de Champions han ido bastante bien. Y el Liverpool, por el contrario, contempla cómo tendrá que corregir su inocencia defensiva si quiere competir contra Cristiano Ronaldo y compañía.

La sonrisa de los de Zidane cuando viajan por Europa, sin embargo, se convierte en llantos desconsolados cuando el turismo de estos es interior. Dos Ligas en los últimos 10 años; y en la que hoy han despedido en el Estadio de la Cerámica han acabado a una distancia numérica y futbolística holgada respecto al Barça, campeón, y el Atlético de Madrid, segundo clasificado. Su buena temporada en competición internacional no puede esconder el decepcionante y endeble rendimiento en el campeonato nacional. Ni el esperpento de la Copa del Rey. Un año más.

Sea como sea, en Chamartín la orejuda siempre es el torneo que hace más ilusión y la realidad es que los dos últimos partidos del Madrid demuestran que los jugadores son conscientes de ello. El Madrid, que no ha competido en ningún momento para ganar la competición de la regularidad y a menudo ha mostrado una imagen muy pobre, ha sufrido un cambio drástico en términos positivos: la semana pasada fue el Celta a quien pudo comprobar el buen momento de forma blanco y hoy el Villarreal ha sucumbido, durante 45 minutos, a su superioridad (cabe decir también que ninguno de los dos conjuntos se jugaba nada).

Un partido que resume la temporada

El último entrenamiento antes de la final de Champions ha tenido dos nombres propios: Gareth Bale y Luca Zidane. El galés no quiere perderse el duelo más relevante del curso y ha acabado el mismo en un gran estado de forma. No es ningún secreto que su problema no es de calidad, sino de continuidad. El '11' está haciendo todos los méritos del mundo para ser titular contra el Liverpool y su gol de hoy en el minuto once, con una gran maniobra individual y una buena definición, es una clara prueba. Luca, por su parte, ha debutado con el Real Madrid de la mano de su padre y ha completado los 90 minutos.

En la primera mitad, sus compañeros han jugado mejor que el Villarreal y el portero francés no ha tenido que hacer demasiadas intervenciones. Los locales no han podido hacer nada contra un dominio de sus contrincantes que se ha ido trasladando poco a poco al marcador como se extiende el letal veneno de una serpiente por el cuerpo de sus presas. Y es que una combinación pulcra antes del descanso entre Isco, Marcelo y Cristiano ha permitido al portugués ver portería y encaminar la victoria visitante. Contra todo pronóstico, sin embargo, la picadura no ha sido definitiva.

En la reanudación el ritmo del partido ha bajado, pero ambos equipos han contado con bastantes ocasiones para mover el marcador. También los valencianos, que han visto que el Madrid los retaba a un intercambio de golpes y lo han aceptado con valentía y con el compromiso de regalar una noche entretenida a sus aficionados. Zinedine Zidane se ha permitido dar descanso a Cristiano Ronaldo y su equipo se ha acabado arrepintiendo de esta decisión. La superioridad madrileña no ha desaparecido, pero el Madrid no ha impuesto su preponderancia en las áreas y ha acabado empatando un compromiso que tenía muy bien encaminado.

Roger Martínez, delantero colombiano de los locales, ha recortado distancias a un cuarto de hora del final gracias a un golazo y el Estadio de la Cerámica ha creído en las posibilidades de sus futbolistas. Y cuando parecía que la reacción no iría más allá y que los tres puntos se marcharían hacia la capital española, Castillejo ha aprovechado una mala salida de Luca Zidane para igualar el marcador. El Real Madrid está a un partido de acabar una temporada mediocre en muchos aspectos y ya se centra en la final de la Champions contra el Liverpool. Kiev decidirá el desenlace de un curso que, en términos genéricos, ha estado por debajo de las expectativas.