Sobre la bocina. Lamine Yamal apareció cuando el FC Barcelona más lo necesitaba. En una etapa en la que el Barça parecía encaminado a ser el nuevo Manchester United o AC Milan, el joven canterano devolvió la ilusión a los azulgrana y la calidad al terreno de juego. Sin duda, buena parte de culpa de la buena trayectoria del conjunto catalán sobre el césped es suya.
A sus 17 años, Lamine Yamal se ha convertido en una pieza clave para el primer equipo y en una de las grandes esperanzas del fútbol europeo. Su renovación hasta 2031 fue celebrada como una victoria estratégica. Pero en el entorno del club crece una preocupación silenciosa: la vida de Lamine fuera del terreno de juego empieza a generar inquietud.
Preocupación en el Barça con lo que hace Lamine Yamal fuera del campo
No es un tema nuevo. Las alarmas están activadas desde hace meses, pero con cada nuevo episodio extra deportivo, el temor aumenta. En las últimas semanas, el joven extremo ha aparecido con frecuencia en los medios de comunicación, pero no siempre por motivos deportivos. Aunque su rendimiento sigue siendo intachable, los dirigentes culés no ocultan su malestar ante ciertas actitudes y exposiciones extradeportivas. Fotos en redes sociales, rumores sobre relaciones personales, exposición de su vida privada, con fotos como en las que aparece con Fati Vázquez… Tampoco hay que olvidar su participación en la Kings League. Hechos que no permiten tranquilidad absoluta con el crack en la entidad catalana.

A esto se suma la gestión de la fama. El delantero ya mueve cifras millonarias y tiene una proyección mediática pocas veces vista en un menor de edad. Esa exposición constante puede convertirse en una distracción peligrosa si no se gestiona correctamente. Desde el club se recuerda, por ejemplo, cómo su decisión de teñirse el pelo antes de una final de Copa fue interpretada por muchos dentro y fuera del club como un gesto de exceso de confianza o incluso de falta de humildad.
Preocupa el jugador y también su entorno
El problema no es solo Lamine, sino también su entorno. El club confía en su talento y valora su madurez dentro del campo, pero hay serias dudas sobre quienes lo rodean, en especial sobre su padre, Mounir Nasraoui. Susu figura resulta cada vez más controvertida. Por su afán de protagonismo y por no ejercer una influencia suficientemente centrada en el desarrollo personal y profesional de su hijo.

El Barça ha intentado tomar cartas en el asunto: ha hablado directamente con Lamine y su familia, y ha pedido colaboración para que el jugador no pierda el foco. En ese sentido, hay cierta tranquilidad, ya que en el club conocen que Lamine Yamal es un joven con la cabeza bien amueblada. Pero el mensaje del club es claro: no basta con el talento. Si Lamine quiere ser uno de los mejores del mundo, deberá rodearse de un entorno más profesional y discreto, así como evitar distracciones innecesarias. Y también entender que cada gesto, cada publicación, cada paso fuera del campo, en su caso, tiene mucho impacto.