Qué lástima. Qué lástima que Ronaldinho decidiera no aprovechar tanto talento y no alargar una carrera que ahora resistiría poca comparaciones. Esta noche, el futbolista brasileño ha vuelto al Camp Nou con la camiseta del Barça para recordar, con jugadas de fantasía, que un día fue el mejor jugador del mundo.

La figura de Ronaldinho ha eclipsado a los Barça Legends, reunidos en el estadio contra una selección de exjugadores del Manchester United por una buena causa: destinar todo el dinero al proyecto PCCB (Pediatric Cancer Center Barcelona), del Hospital Sant Joan de Déu, que tiene como misión garantizar el tratamiento oncológico a los niños enfermos.

Con esta gran premisa, el Barça ha congregado en un mismo once inicial a jugadores como Rivaldo, Ludovic Giuly, Edgar Davids o Gaizka Mendieta. Y Ronaldinho. El '10' brasileño ha sido el más ovacionado por las 49.825 personas que han llenado el Camp Nou en la tarde de junio. Mérito del club reunir a tanta gente, la mayoría extranjeros.

El partido no ha tenido mucha historia y se ha concentrado en las apariciones puntuales de 'Ronnie'. Los compañeros lo buscaban constantemente y él se sentía protagonista. Arrancando desde el medio del campo y buscando pases en profundidad a Giuly. Al espectador del Barça le venían recuerdos de la segunda Champions (2006), donde los dos se inventaron un gol decisivo a las semifinales contra el Milan.

Ronaldinho ha seguido a lo suyo, como si el partido y el resultado no fuera con él. Con apariciones esporádicas, el media punta brasileño se ha encargado de mantener la grada conectada. El ritmo del partido ha decaído con el paso de los minutos hasta que una obra de arte lo ha hecho reavivar. 'Ronnie' se ha librado de la marca de un rival con un túnel de espaldas para después, con la pelota controlada, dar una pase sin mirar. Marca de la casa.

La jugada desprendía nostalgia. Él se lo pasa bien jugando a fútbol y se lo pasa bien con la pelota. Sin ella camina pero cuando la tiene en los pies la permanente sonrisa que ilumina su cara se hace un poco más grande.

En el tramo final, Ronaldinho todavía ha tenido tiempo para aplaudir el gol de un rival, forzar faltas en la frontal del área y rozar el gol. El árbitro las silbaba casi por compasión. Y es que el Camp Nou deseaba celebrar una diana suya.

A pesar de la justa derrota del Barça delante al Manchester (1-3), el partido ha evocado las noches de Champions contra el Werder Bremen o el Chelsea, donde Ronaldinho, en plenitud física, hacía y deshacía a su aire. La forma se pierde, el talento no. Y él lo tiene todo.