El FC Barcelona vive días de tensión tras la derrota en Sevilla. El marcador fue solo una parte del problema. En el vestuario hay malestar, miradas cruzadas y una sensación general de que algo no encaja en el ataque. En el centro de la tormenta aparece un nombre: Marcus Rashford.

El delantero inglés, convertido en referencia ofensiva por las lesiones de Lamine Yamal y Raphinha, no termina de sentirse cómodo. En el campo, su rendimiento es bueno; en el ambiente, todo lo contrario. Ha marcado y asistido en los últimos encuentros, pero su lenguaje corporal lo delata. Algo se ha roto. Y según varias fuentes internas, el origen del conflicto es Dani Olmo.

Marcus Rashford Newcastle Barça EFE
Marcus Rashford Newcastle Barça EFE

Rashford no se entiende con Dani Olmo

Rashford necesita fluidez y entendimiento para brillar. Su fútbol se alimenta de espacios, diagonales y asociaciones rápidas. Con Fermín, lesionado, esa química era natural. Pero con Dani Olmo, simplemente no ocurre. El inglés siente que el ex del Leipzig invade constantemente sus zonas de influencia y que ralentiza el juego.

La situación explotó en Sevilla. Una jugada en la primera parte lo resume todo: Olmo decidió chutar a puerta en lugar de asistir a Rashford, que esperaba solo frente al portero. El inglés no lo disimuló. Su gesto de desaprobación fue evidente, y desde el banquillo Hansi Flick tomó nota. La acción encendió un pequeño fuego que, si no se apaga pronto, podría crecer.

Dani Olmo gol Getafe
Dani Olmo contra el Getafe

Con Raphinha y Lamine Yamal, solo quedará un puesto libre

Rashford llegó al Barça con la misión de reinventarse. Sabía que el reto era mayúsculo y que debía demostrar que podía liderar al equipo en los grandes escenarios. En sus primeros meses, ha respondido con goles y esfuerzo. Pero el inglés no oculta que necesita un entorno más colaborativo para mantener su nivel. Y, por ahora, siente que Olmo no lo ayuda. La situación cobra vital importancia desde el momento en el que, cuando vuelvan Raphinha y Lamine Yamal, Olmo y Rashford tendrán que disputarse un sitio en el once. Y el inglés no quiere quedarse fuera porque otros, en este caso Olmo, le han impedido encontrar su mejor versión.

La situación pone en aprietos a Flick, que confía en ambos jugadores. El técnico alemán sabe que necesita la versión más agresiva de Rashford, pero también quiere recuperar la creatividad de Olmo. En un vestuario que ya ha sufrido roces por la jerarquía de algunos futbolistas, otro conflicto interno sería lo último que necesita.

En el club, mientras tanto, se intenta rebajar la tensión. Pero la preocupación es real. El Barça sabe que Rashford es un jugador emocional. Cuando se siente cómodo, brilla. Cuando se bloquea, se apaga. Y ahora mismo su energía parece dividida entre el deseo de ganar y la frustración de no sentirse comprendido en el campo.