Marcus Rashford se ha convertido en la referencia ofensiva del equipo. Las ausencias de Lamine Yamal y Raphinha le han dado minutos y protagonismo que no ha desaprovechado: goles, asistencias y liderazgo.

Llegar al Barça no era sencillo. Rashford sabía que su papel iba más allá de ser un revulsivo. Tenía que demostrar que podía marcar la diferencia en el ataque y justificar la confianza del club. Y lo ha hecho: su rendimiento ha sido sobresaliente, y la opción de compra de 30 millones parece una buena apuesta.

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El Barça celebra un gol

Rashford no está cómodo con Dani Olmo

Pero no todo es perfecto. Rashford está incómodo con Dani Olmo, su compañero en ataque. La química no fluye y eso afecta al juego colectivo. El delantero inglés no oculta lo que siente. Prefiere a Fermín, ahora lesionado, con quien conecta mejor. Con Olmo, las combinaciones se rompen, los movimientos pierden sincronía y la creación se vuelve más lenta. En Sevilla, un ejemplo claro: Olmo tuvo la opción de ceder un gol y decidió rematar él mismo. La reacción de Rashford fue evidente: frustración que no pasó desapercibida para el banquillo ni para los compañeros. No solo eso: tampoco es que el de Terrassa esté en su mejor momento físico.

El inglés ya piensa en el futuro. Cuando Yamal y Raphinha regresen, la competencia se intensificará. Rashford sabe que necesita aliados en el campo, jugadores que potencien su rendimiento, no que lo limiten. Con Fermín, la circulación y el juego eran más fluidos; con Olmo, la combinación falla y las oportunidades se diluyen.

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Dani Olmo EuropaPress

El regreso de Lamine Yamal y Raphinha ser la fecha de caducidad al protagonismo de Rashford

El vestuario también lo nota. Hay preocupación por la falta de química en el ataque y por cómo esto puede afectar a Flick. El técnico alemán deberá equilibrar personalidades y estilos. Rashford ha dejado claro sus preferencias, pero hasta que Fermín vuelva, las opciones son limitadas.

Rashford busca protagonismo, pero también eficacia colectiva. No quiere que los nombres propios bloqueen el rendimiento del equipo. Y tampoco el suyo. Flick tiene ahora el reto de armonizar estilos y egos para que el Barça siga siendo competitivo en todas las competiciones.

La situación es delicada, pero manejable. Rashford demuestra que no solo es talento individual, sino también un jugador consciente de cómo las dinámicas del vestuario influyen en el rendimiento. El Barça debe adaptarse a él, y él, al club.