El United se ha impuesto en el derbi de Manchester y ha aplazado la celebración de la Premier League del City (2-3). Los de Guardiola han sido muy superiores durante la primera mitad, pero han desperdiciado un 2-0 a favor y se han dejado remontar. El segundo título del técnico de Santpedor desde que llegó al banquillo del Etihad Stadium tendrá que esperar.

Escenario (prácticamente) ideal

La brisa primaveral y el cantar de los pájaros construían un paisaje idóneo para el final del camino del City hacia la Premier. Los citizens se han paseado por Inglaterra con una superioridad sin precedentes: han bailado al ritmo de De Bruyne (que, como Laporte, Kyle Walker o Gabriel Jesus, entre otros, han sido suplentes hoy), gritado con Otamendi y cantado con un afinado Sterling hasta que han conseguido su objetivo, estar a sólo una victoria de ser el campeón más precoz de la historia de la Premier. Sólo necesitaban tres puntos.

La primera mitad de hoy puede servir de metáfora para entender toda la temporada en la liga inglesa. Y la cara de Ferguson, mítico entrenador de los Red Devils, mientras la presenciaba, exactamente lo mismo. El United se ha mostrado apático y superado ante los numerosos intentos de gol locales: llegados al descanso, los primeros no habían rematado ninguna vez, mientras que los segundos lo habían hecho en diez ocasiones. Como en el resto de curso, los de Mourinho se han limitado a contemplar cómo sus vecinos no encontraban contrincante.

Y más porque dos de esta decena de oportunidades han acabado en gol. En sólo cinco minutos (del 25 al 30), Guardiola y los suyos han dejado prácticamente sentenciado el partido y el título. Kompany ha saltado más que nadie en un córner lanzado por Sané y Gündogan ha culminado una gran jugada individual con un disparo cruzado en las que han sido las dos jugadas que han adelantado al City antes del descanso.

Pogba aplaza la fiesta

El fútbol, sin embargo, es caprichoso, y lo que parecía un camino plácido y sin oposición se ha acabado convirtiendo en una vía llena de rocosas piedras. La historia del United, su orgullo y su escudo pesan demasiado como para regalar una Premier en un derbi de Manchester. Y el ego de Mourinho tampoco le permite regalar una liga a su eterno rival, Pep Guardiola. Los Red Devils han cambiado el partido como si fuera un calcetín... y sólo han necesitado dos minutos por silenciar el Etihad Stadium.

De hecho, el fútbol es tan veleidoso que el encargado de revivir a los visitantes ha sido Pogba. No podía ser otro; tenía que ser el futbolista cuyo protagonismo ya hace tiempo que se ha trasladado del terreno de juego a todo lo que rodea el mundo del deporte. El futbolista francés ha renacido para empatar el derbi con dos estocadas futbolísticas y morales en forma de remates dentro del área.

El United, que ha igualado el marcador gracias a una exhibición de poco fútbol, pero mucha contundencia, no se ha contentado con el empate y ha conseguido una victoria más simbólica que trascendente en términos de clasificación. Smalling ha fusilado a Ederson desde la frontal de la pequeña y ha marcado el tercer gol. A partir de entonces, del cantar de los pájaros ya no se ha sabido nada y el barro ha hecho acto de presencia en el camino del City hacia la Premier. En este contexto, evidentemente, el equipo de Mourinho se ha movido como pez en el agua.

Los instantes finales del partido han ganado en la intensidad y tensión que suele haber en todos los partidos entre los dos grandes equipos de la ciudad de Manchester, pero no han servido para cambiar el marcador. En un partido de dos partes muy diferentes, el United ha salido vencedor y ha aplazado la celebración del título del City. Los de Guardiola, que esta próxima semana estan obligados a remontar al Liverpool un 3-0 en contra si quieren clasificarse para las seminales de la Champions, no han podido celebrar el título de la Premier y tendrán que esperar algunas semanas más para hacerlo.