Cuando la realidad se hace evidente, no se le puede dar la espalda. Y Gerard Piqué es uno de los pocos futbolistas que razona, piensa y siempre tiene una respuesta para todo. Eso no quiere decir que tenga razón, pero gran parte de las veces la tiene.

La última vez que ha hablado ha sido este sábado de madrugada, después de empatar a nada contra el Sevilla en el Sánchez-Pizjuán. Dos puntos que se escapan para los blaugrana y que podrían provocar la pérdida del liderato este domingo en favor del Real Madrid. Se complica la Liga Santander, es cierto, pero también es cierto que no está todo dicho.

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Traicionando a los principios

Piqué sabe que futbolísticamente no han jugado su mejor fútbol. También que Quique Setién, el entrenador íntegro y con principios que predicaba el cruyffismo, ha traicionado sus ideales para volver a un valverdismo que todo el mundo pensaba que con el cambio de entrenador se había quedado atrás. Si los rivales defensivamente son sólidos y se cierran bien en torno a su área, el Barça no sabe qué hacer.

Y estas incapacidades las notan los futbolistas, que a falta de recursos tácticos, se encomiendan a los milagros de Leo Messi. Pero cuando el argentino no tiene el día, no hay remedio a los problemas. Y este hecho provoca que el pesimismo invada a los culés pero también se filtre dentro del vestuario.

"Será muy difícil ganar esta Liga", afirmó con contundencia Piqué. Aparte de después insinuar que las ayudas arbitrales al Madrid les dejan en una posición vulnerable, los números dicen que los blaugrana ya no dependen de ellos mismos. Si los blancos lo ganan todo, romperán la hegemonía del Barça.

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Sin soluciones

Futbolísticamente se han dado dos pasos hacia atrás. Setién se deja llevar por el vestuario y ya no confía en su plan. Se han perdido los ánimos. Y lejos del Camp Nou se continúan perdiendo puntos.

Otro problema es el calendario. Si no hay sorpresas, el Madrid tiene un final de temporada mucho más asequible que el Barça. A los blaugrana todavía les queda jugar contra grandes rivales como el Athletic, el Atlético de Madrid o el Espanyol, y los blancos jugarán contra varios equipos de la zona baja.

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Ahora a los culés sólo les queda mirar al cielo y rezar por los milagros de Messi. Sólo un futbolista puede cambiar el futuro de esta Liga, que parece que ya está escrito. Si el Madrid no falla, el Barça tendrá que ver como el máximo rival le birla un título que parecía ser suyo. Y si las cosas no cambian radicalmente, el Barça perderá la Liga.