Gareth Bale, el futbolista de los casi 100 millones de euros que pagó el Real Madrid, les ha dado una Copa del Rey y poco más. Desde hace unos años que su papel dentro del equipo ha pasado de ser importante a residual. Y esta temporada ha llegado al punto que se está riendo cada día del club blanco.

Hace un tiempo, el pasado noviembre del 2019, ya soltó que en su orden de preferencias en el mundo del deporte el Madrid era el tercero por detrás de Gales, su selección, y del golf, su pasión.

Pero la cosa no acabó aquí y el pasado mes de mayo volvió a reírse del Madrid en un entrenamiento. A él lo que le gusta es jugar a golf.

Y ahora va más allá. No juega ni un minuto desde el partido contra el Mallorca. Cuatro partidos en el banquillo, o mejor dicho, en la grada de la nueva normalidad. Y su aburrimiento es tan grande que ya empieza a jugar con la mascarilla. Y le ha encontrado nuevos usos durante el partido contra el Alavés.

Zinedine Zidane no confía en él y Florentino Pérez ya piensa dónde regalarlo este verano. No puede seguir ni un año más en el conjunto blanco.