El Espanyol empata contra el Villarreal en un partido con poco fútbol y todavía menos ocasiones. Los hombres de Quique suman un punto ante un rival complicado pero evidencian muchos aspectos a mejorar y acaban desesperando a la afición.

Sin fútbol

Un chute entre los tres palos. Este ha sido el bagaje de los dos equipos en una primera parte donde han sobrado interrupciones y ha faltado fútbol. Sin Leo Baptistao, Quique Sánchez Flores ha apostado por Felipe Caicedo para acompañar a Gerard Moreno en punta. La otra novedad ha sido la de Diego Reyes, que ha hecho pareja en el eje de la defensa con David López.

El guion del partido estaba claro. El Villarreal, invicto en la Liga, llegaba a Cornellá-El Prat para dominar a través de la pelota. Con el mismo 4-2-3-1 que el Español, el submarino amarillo llevaba la iniciativa de un partido sencillo, sin altos ni bajos. Las porterías parecían un decorado para dos equipos más preocupados al defender la propia área que atacar a la rival.

El Espanyol no se encuentra y la afición lo sufre. A los blanquiazules se les funden los plomos cuando tienen que construir las jugadas desde detrás y fían gran parte de su éxito a las jugadas aisladas. Quique no da con la tecla que haga funcionar a un equipo que ve cómo se agota, poco a poco, la ilusión generada durante el verano.

Todo el peligro del Espanyol en los primeros 45 minutos ha venido de las botas de Gerard. Al delantero catalán le han llegado a anular un gol pero ha convivido con un Caicedo fuera de forma. La ocasión más clara de la primera parte la ha tenido el Villarreal pero Diego López le ha detenido en Samu Castillejo un chute a bocajarro.

Jugar para sobrevivir

El aliento del descenso te condiciona el juego y te agarrota las piernas. Cuando juegas para sobrevivir todo es más complicado. La fragilidad del Español es una mezcla entre bloqueo mental y falta de confianza. Pero a los jugadores de Quique no se les puede reprochar que no lo intenten.

Hernán Pérez, voluntarioso como pocos, ha rozado el primer gol del partido con un lanzamiento de falta que ha rechazado Sergio Asenjo a córner. Pero el runrún del Estadio era el preludio de una película que, por desgracia, ya habían visto alguna vez esta temporada.

El Villarreal era capaz de crear peligro con muy poco pero seguía con el punto de mira desviado. Un coscorrón de Jonathan Dos Santos ha hecho el silencio. Sol en el área pequeña, el mexicano ha rematado un centro desde la izquierda del ataque pero la pelota, con Diego López ya vencido, se ha marchado desviada. El Espanyol jugaba para sobrevivir.

El fantasma de los últimos minutos

El Español se enfrentaba, de manera directa, a sus males. El partido ha entrado en la recta final con el 0-0 y a los de Quique les tocaba gestionar, de nuevo, la situación contra un equipo más hecho. El árbitro Munuera Montero tampoco ha ayudado al no ver un penalti flagrante de Víctor Ruíz sobre Caicedo. La decisión, sin embargo, ha despertado a una afición que parecía adormecida por el efecto hipnótico del partido.

El Villarreal, con cambios, ha quemado todas las naves para sumar los tres puntos. El Espanyol, muy fatigado por el desgaste, ha empezado a recular para juntar las líneas delante la portería de Diego López. El equipo estaba en sólo 20 metros pero seguía concediendo ocasiones claras.

La afición ha acabado silbando a un equipo que ha sufrido de lo lindo para contener los últimos ataques. El resultado es lo mejor que se lleva el Espanyol después de un partido gris donde ha vuelto a repetir los errores del pasado pero estos, por suerte, no le han pasado factura.