Es la noticia de la semana en clave blaugrana. Este jueves, el Barça ha acordado con la Juventus el intercambio de Arthur Melo por Miralem Pjanic. Aunque la operación todavía no es oficial, la Cadena SER ha podido avanzar las cifras en cuestión: el mediocampista brasileño ficha por la Juve en un traspaso de 80 millones de euros, mientras que el Barça compra a Pjanic a cambio de 70.

Arthur Melo tiene 23 años y, hasta ahora, había hecho gala de unas condiciones óptimas para ocupar un interior de la medular culé. Pjanic, en cambio, tiene 30 y, aunque es un futbolista de calidad contrastada, se tendrá que adaptar a un nuevo estilo de juego y a una nueva Liga. Los seguidores del Barça, consecuentemente, se hacen una pregunta razonable: ¿por qué el club se deshace de Arthur Melo?

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La respuesta probablemente responde a cuestiones económicas. Aunque no se puede demostrar de manera tajante —el club siempre podrá argumentar que el intercambio se ha llevado a cabo para reforzar el primer equipo—, las cifras de la operación evidencian que el Barça ha pensado en hacer caja. La trampa financiera de los intercambios vuelve a entrar en escena.

La amortización, factor clave

Lo primero que hay que saber para entender la trampa de los intercambios es que este tipo de operaciones están condicionadas por la siguiente regla: los ingresos de una venta se contabilizan al instante, mientras que los gastos de una compra se dividen entre el número de años de contrato que se ofrecen al jugador fichado.

Si tenemos en cuenta las cifras reveladas por la SER, pues, el Barça ingresará 80 millones de euros por Arthur y la totalidad de esta cantidad será contabilizada en el ejercicio económico 2019/20. El gasto que supone la compra de Pjanic, en cambio, será dividido entre el número de años del contrato del mediocampista bosnio. En caso de que este firme un acuerdo de cuatro temporadas, por ejemplo, el Barça sólo contabilizará 17,5 millones de euros de gasto en el ejercicio actual.

Josep Maria Bartomeu EuropaPress

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El segundo factor clave que hay que tener en cuenta es la amortización. El Barça fichó a Arthur Melo hace dos temporadas a cambio de 31 millones de euros y ofreció al mediocampista un contrato de 6 temporadas. Eso implica que hasta ahora sólo se han amortizado 10,3 millones (5,2 por temporada) y que quedan 20,7 millones por amortizar.

El resto de la operación es pura matemática. El Barça vende a Arthur por 80 millones y, restando los 20,7 millones que le quedaban para amortizar el fichaje, obtiene un beneficio de 59,3 millones. Si a esta cifra también se le resta el gasto del primer año de contrato de Pjanic —en este ejemplo, por valor de 17,5 millones—, queda un beneficio contable final de 41,8 millones.

El método que utiliza el Barça es completamente legal y se utiliza para cuadrar el balance del ejercicio económico sin pérdidas. Ahora bien, el modus operandi es impropio de un club que aspira a ganar títulos, no a generar ingresos para contentar a accionistas. La regla de oro de Johan Cruyff —el dinero en el campo y no en el banco— ha pasado a mejor vida.