No está siendo una semana nada sencilla para Hansi Flick, y buena parte de ese malestar viene provocado por la insistencia de Raphinha en querer jugar sí o sí ante el Athletic de Bilbao. El brasileño acumula demasiado tiempo parado, siente que necesita volver a sentirse importante cuanto antes y está dispuesto a forzar todas las barreras médicas para entrar en la convocatoria, aunque eso suponga un riesgo evidente. Y es que la presión que está ejerciendo sobre el cuerpo técnico ha generado un ambiente tenso que no ayuda a preparar un partido tan exigente.

Raphinha quiere jugar aunque el cuerpo médico le pida calma

La realidad es que el equipo médico del Barça ha sido claro con Flick: Raphinha no debe acelerar los plazos. Su lesión ha sido delicada, las recaídas han sido un problema recurrente y lo prudente es dosificar, dar pasos progresivos y evitar que el jugador vuelva a romperse. De este modo, la recomendación es firme: minutos muy controlados o directamente esperar un poco más antes de competir al máximo nivel.

Raphinha celebracio escut Barça Europa Press

Sin embargo, la actitud del extremo brasileño va en dirección opuesta. Y es que Raphinha no quiere escuchar hablar de dosificación, no quiere limitaciones y no acepta la idea de quedarse fuera en un partido grande. Se siente frustrado, cree que ya ha perdido suficiente tiempo y que la única manera de recuperar sensaciones es jugando de inicio. Esta situación, lejos de ser puntual, se ha convertido en un quebradero de cabeza real para Flick.

El plan inicial de Flick incluía a Rashford como titular

Lo más grave para el técnico alemán es que ya tenía tomada una decisión clara: Marcus Rashford iba a ser titular ante el Athletic. El inglés llegaba fresco, con buenas sensaciones y encajaba mejor en el plan del partido. Pero ahora, con la presión creciente de Raphinha, Flick teme que cualquier elección pueda generar conflicto en el vestuario o malestar en un jugador que, cuando está bien, es importantísimo para el equipo.

Y es que el brasileño no solo pide jugar, exige hacerlo. Ha trasladado a su entorno que no entiende tanta precaución y que él se siente preparado, aunque los informes médicos indiquen que todavía es pronto para esfuerzos tan altos. El entrenador, por su parte, sabe que una recaída sería un desastre absoluto y que la gestión del vestuario nunca puede pasar por poner en riesgo la salud de un futbolista.

Así pues, Flick se encuentra ante un dilema incómodo: mantener su plan y apostar por Rashford o ceder a la insistencia de Raphinha, sabiendo que las consecuencias pueden ser imprevisibles. En el Barça, ahora mismo, nadie tiene claro cómo acabará esta historia.