En los primeros minutos de Unicorn Wars, bajo la atenta mirada de búhos, cervatillos y aves, un conejo corretea sobre la hierba en pleno jugueteo con una joven unicornio llamada María. Pero las entrañas del aparentemente bucólico bosque esconden una amenaza monstruosa. Tras este oscuro prólogo, la trama nos traslada al Campamento Corazón, donde resuenan los gritos de un sargento osito que lleva al límite a sus soldados ositos, en una estricta preparación física que les haga aptos para el combate. “Vamos, sucia escoria, más rápido, o los unicornios os meterán su cuerno por el culo tan profundamente que os harán vomitar arándanos”.

La memoria cinéfila nos dispara a recuerdos de Bambi, la de Disney, la que nos traumatizó a todos, y de La Chaqueta Metálica, la de Kubrick y el soldado patoso que acaba volándose la cabeza en un cuarto de baño. Las toneladas de humor salvaje que llegan inmediatamente desconciertan al espectador, y la fiesta está servida. El director de Unicorn Wars, Alberto Vázquez (A Coruña, 1980), lo tenía muy claro: “Me interesaba sorprender, chocar, que la peli fuese gamberra y un poco radical. Y que las risas del principio se fueran tornando silencios. Eso lo he visto en las proyecciones, y luego al final la gente está en la butaca en plan oh no... Por lo que he detecto, hay gente a la que le encantan esos cambios de tono y otros a los que no les gustan nada”.

Me interesaba sorprender, chocar, que la peli fuera gamberra y un poco radical

Y es que Unicorn Wars viaja sin solución de continuidad, y sin avisar, de la risa desatada al terror de sangre e higadillos, del drama familiar a las narrativas de cuentos de hadas y monstruos. I al relato bélico a la Vietnam, porque esta es una película de guerra con combatientes que llaman poderosamente la atención: en un lado del ring, los unicornios; en el otro, unos osos aparentemente de lo más amorosos. Estamos ante una enloquecida chifladura que también emociona, en un equilibrio tan fabuloso como insólito que no deja a nadie indiferente. Lo hablamos con su director..

Avisemos de entrada a padres y madres, que quizás vean ositos y unicornios y piensen que es una gran idea llevar al cine a los niños. ¡No es el caso!
Bueno, en Francia está recomendada para mayores de 13 años, y en España, para mayores de 16. Yo te diría que a partir de 13 años me parece que ya se puede, en Unicorn Wars no hay nada que no vean cada día en internet o en un telediario, donde hay mucho odio, mucha frustración, mucha violencia. Yo abro el Marca, ves los foros, y es mucho peor.

De entrada, ¿qué trauma tuviste de niño con los osos amorosos y con los unicornios?
(risas) No, no, ninguno en especial. De pequeño veía cosas como La Aldea del Arce, por supuesto Los Osos Amorosos... Ningún trauma. Se trataba de una cuestión iconoclasta, de cargarse esos iconos que pertenecen al mundo infantil y ponerlos entre la espada y la pared. De alguna manera trabajar con la universalidad de esos elementos. Todo el mundo reconoce en un primer vistazo tanto a los ositos como a los unicornios. No hay que explicar nada, todo el mundo sabe cómo son, aunque aquí les demos una vuelta. A los ositos pero a los unicornios también, porque se les suele representar como seres blancos y luminosos, y aquí son animales salvajes, como lobos, por eso tienen ese punto de misterio y se representan así de oscuros. Tienen un componente ecológico, sanador con la naturaleza, un punto mágico, pero la visión de los unicornios de la película es bastante diferente a la de otros unicornios.

Alberto Vázquez
Alberto Vázquez es el director de Unicornio Wars

Presentas un film transgresor, violento, divertidísimo, emotivo, todo a la vez. Y de dibujos animados. Pero para adultos. ¿Qué respuesta esperas de los espectadores?
A mí lo que me interesa es el acabado artístico, los mensajes que quieres contar... no pienso tanto en el público. Tengo la suerte de contar con unos productores que me apoyan, y pienso más en la película que me gustaría ver a mí. Sí es cierto que el tema de Unicorn Wars, una guerra entre ositos y unicornios, busca impactar con su historia, con lo que cuenta: al final es una peli con acción, con batallas, que juega con el género fantástico, que es iconoclasta, provocadora...

Es una película con acción, con batallas, que juega con el género fantástico, que es iconoclasta, provocadora

¡Provocar, Unicorn Wars provoca un rato largo!
Mi intención era provocar, sí, pero provocar ganas de la gente de verla, que la gente tenga curiosidad por saber qué es esta película, que tiene esa cosa what the fuck. Es lo que he intentado, luego la película ya no es mía y todo depende de muchos factores, de la distribución y el número de copias, de una coyuntura de crisis en la que la gente va menos al cine... La película tendrá su propia vida, y ojalá la vea la gente, porque para eso hago cine.

Hablabas de sorprender, de chocar, de ser gamberro.
Es que a mí me gustan las películas que, aunque no sean perfectas, tienen algo que hace que te acuerdes de ellas. Me gusta David Lynch, me gusta David Cronenberg, si hablamos de animación me gustan Miyazaki, Otomo... Si consigues que la gente se acuerde de algo de tu película después de verla, ya es mucho. Hay pelis muy bien hechas, pero al día siguiente ya las has olvidado. Pasa mucho con las series, tienen un lenguaje común, están todas cortadas por el mismo patrón. A mí me interesan las miradas propias, la personalidad del autor.

Unicornio Wars

Lynch, Cronenberg, pero viendo la película entiendo que también te encantan Bambi y La Chaqueta Metálica.
Sí, sí, soy omnívoro (risas). Me gustan Bambi y La Chaqueta Metálica, pero también me gustan Platoon, Apocalypse Now... Eso está en Unicorn Wars. También está Darth Vader, o la Biblia: me gustan mucho las historias del Antiguo Testamento, me fascina la figura del Dios cruel... Creo que la película bebe de muchas influencias, es una mezcla bastarda de todo eso y, al mismo tiempo, tiene su universo propio, con la relación entre hermanos, las guerras familiares que también pueden ser bastante cruentas y devastadoras... La peli es una mezcla de todas mis filias y fobias, bastante barroca, con muchos personajes, muchas batallas, con mucha sangre. Es incluso excesiva hasta cierto punto, si la comparas con mi anterior Psiconautas, que era más intimista, con menos personajes... Aquí hay mucho de todo.

Tu película ha pasado por Sitges y por Annecy, un festival de animación francés con muchísimo prestigio internacional.
El más grande al que he ido en mi vida. Annecy es un monstruo, un festival increíble. El paso por Sitges también fue muy bueno, con ese público tan devoto del fantástico, fue una experiencia muy intensa. En todo caso, en Francia consideran industria nacional a la animación y al cómic. Hay más inversión, hay muchas escuelas, y eso ocurre porque allí la animación, además de un arte, es una industria que genera muchísimos puestos de trabajo. Curiosamente, ahora mismo en España hay casi pleno empleo en el campo de la animación, necesitamos más animadores, artistas, concept artists... Aquí hay grandes profesionales, lo que ocurre es que fundamentalmente trabajan para otros países, hacen services para empresas americanas o de otros lugares. En España no hay un tarifario, por ejemplo, tampoco está contemplado como un sector estratégico. Y es un sector completamente en alza: muchos animadores trabajan para el sector del videojuego, que genera catorce veces más dinero que el cine. Creo que debería apostarse por la animación como sector estratégico, porque es arte, pero también es, por ejemplo, tecnología, abarca muchos palos, es necesario en el mundo audiovisual en el que vivimos.

Me gustan Bambi y La Chaqueta Metálica, pero también me gustan Platoon, Apocalypse Now... Eso está en Unicorn Wars

Si hablamos de potenciar el cine de animación, más allá del apoyo de las instituciones, la primera que tiene que apostar debería ser la propia industria...Falta cultura en ese sentido, pero creo que poco a poco se va entendiendo que la animación es un medio para contar cualquier tipo de historia. Es para niños y es para adultos, la animación es para todos. Series como Los Simpson, Padre de família, South Park, BoJack Horseman... están en nuestro imaginario. Yo me sé capítulos enteros de Los Simpson de memoria (risa), ha sido una serie muy importante para mi generación, es parte de nuestra cultura, están en nuestra cabeza. Está claro que se consume animación, para adultos y sobre todo para niños, las películas más taquilleras de cada año suelen ser animadas: Tadeo Jones en España, el cine de Pixar, de Disney, el anime entre los adolescentes, los salones del manga siempre están llenísimos... ¿Qué falta? Un poco de tiempo, más cultura, incentivos fiscales y apostar por producir nosotros, porque aquí se produce pero para clientes de fuera. Es una industria que tiene que crecer, se consume y se aprecia, pero necesita tiempo.

UNICORNIO WARS 13
Unicornio Wars, una película de animación entre Los osos amorosos y La chaqueta metálica

Creo que en la animación para cine eres autodidacta.Sí, yo hice Bellas Artes, y vengo de la ilustración y del cómic. No estudié cine ni animación. Antes de entrar en ese terreno, era ilustrador profesional, trabajaba en periódicos, revistas, he hecho más de 30 libros, algunos propios y para otros escritores, he hecho ilustración para niños y para adultos... Tenía una carrera bastante consolidada. Y el salto a la animación fue un poco por casualidad, también porque me empujaron mis propias historias: Psiconautas nacía de un cómic mío que publicó la editorial Astiberri. He caído en este campo de una manera autodidacta, aunque en todo caso la animación es un trabajo de equipo, y yo colaboro con la base de ese mismo equipo desde hace más de 10 años. Y nos entendemos muy bien, somos muy conscientes de nuestras limitaciones, y hablo fundamentalmente de las presupuestarias, y eso lo tenemos en cuenta para sacarle todo el partido posible a las historias que contamos.

¿Qué falta? Un poco de tiempo, más cultura, incentivos fiscales y apostar por producir nosotros porque aquí se produce pero para clientes de fuera

¿Cuánto ha costado Unicorn Wars?
El film tiene un presupuesto muy ajustado para la película que es, no llega a los tres millones de euros y debería ser de siete u ocho, pero le sacamos punta a las posibilidades que tenemos. Y creo que no parece para nada una película limitada: hay un montón de trabajo artístico tradicional detrás, porque nos gusta mirar a los clásicos, nos gustan los acabados clásicos, los de los films de Disney de los años 40 y 50, Bambi y cosas por el estilo. ¿Por qué? Porque la animación tradicional envejece muy bien. Una peli de animación 3D de hace 20 años, vista ahora, se te caen los ojos, porque los avances tecnológicos son enormes. Pero ves Bambi, que tiene 80 años, y se sostiene, porque el trabajo manual es universal.

Esta película es fruto de un proceso de trabajo de seis años, y supongo que hay que pensárselo muy bien para dedicar este tiempo de tu vida a un proyecto...
Sí, cuatro años como mínimo no te los quita nadie. Cuesta decidirse, porque además existe el miedo a que la producción se caiga. A que no consigas financiación, que aquí es un tema muy frágil. Conozco directores de animación que llevan tres años en un proyecto que no consiguen sacar adelante, que se cae. Y eso es muy frustrante, llevas mucho de tu vida trabajando en ello. Hay que pensárselo muy bien, y necesitas mucha pasión y mucha energía, porque en seis años te puede pasar de todo. Incluso una pandemia.