Toni Sala (Sant Feliu de Guíxols, 1969) es uno de los escritores más relevantes de la literatura catalana actual. Su última novela, Persecució, fue merecedora del Premio Crexells en el mejor libro del año 2019. Ahora, vuelve con Una família (L'Altra Editorial), una nueva obra en que se zambulle en la memoria familiar, vinculada al mundo del turismo en la Costa Brava, a través de su padre, su madre y su abuelo materno.

Toni Sala Escritor - Sergi Alcàzar

Foto: Sergi Alcàzar

Después de dos novelas como Els nois y Persecució, muy celebradas por crítica y público, cambias de registro y te zambulles a los recuerdos más íntimos de Una família, que es la tuya.

He escrito muchas cosas diferentes y no tengo mucha conciencia de los géneros. Es evidente que eso no es ficción, pero el escritor anda en la línea entre realidad y ficción. El trabajo es no volverte loco y no caer ni en un lado que sería una literatura notarial sin sentido, ni la otra que sería la locura más irreal. Después de Els nois, escribí El cas Pujol, quizás es que mi jefe debe pedir salir de la estricta ficción y tocar de pies en el suelo.

Has utilizado a menudo tu experiencia vital para tu literatura.

Siempre he utilizado el yo. Todo escritor está escribiendo de unas mismas cosas, que son las que le interesan.

Aquí partes de tu familia. Quería hablar de este "una" familia. No es "la familia" ni "aquella familia", ni "mi familia".

¡Bien visto! No es ni siquiera "una familia catalana". Lo pensé, pero estaría haciendo ver que ser catalán era una cosa rara. Y no. Esta familia podría ser americana o de cualquier lado y funcionaría. "La familia" tendría un tono siciliano, pero que no tiene nada que ver. Y como no es tampoco mi familia, hace que sea uno abstracto. Aquí la gracia es que los problemas que he tenido mi familia pueden ser los que ha tenido cualquiera con la suya. ¡Y si no, quizás es que todavía son peores!

A mí, leyéndolo me ha hecho pensar en mi familia y las que yo conozco.

La infancia, la vejez, la muerte de los padres... Es un libro de un hombre de 50 años, a quien se le murió el padre cuando este tenía 48 años. Cuando llegas a la edad que él murió, pasas a una tierra incógnita. El padre es un referente muy íntimo, que acabas entendiendo con la edad. Cuando tienes 15 años no sabes nada de tus padres, pero cuando llegas a 35 años ya conoces la complejidad de la vida y puedes pensar cómo debió ser él. Aquello que te parecía inaceptable, lo acabas comprendiendo. Cuándo te haces consciente de la muerte lo cambia todo. Es la gran diferencia entre ser un niño o ser un adulto. Cuando tenía 11 años se me murió un amigo de leucemia y ahora, visto en perspectiva, pienso si aquella muerte de una manera inconsciente ha hecho que mis libros siempre toquen, poco o mucho, el tema de la muerte. Como si el hecho de que yo me haya acabado dedicando a la literatura fuera por aquel amigo mío que se murió.

Cuándo te haces consciente de la muerte lo cambia todo. Pasos de niño a adulto

Esta conciencia de la muerte que llega muy temprano. Tanto por este amigo, como por tu padre.

Y que es el tema de literatura, porque sólo con la literatura puedes hablar de eso que no se puede explicar de ninguna otra manera.

Las orfandades es uno de los hilos del libro. Llegas a decir que "todos somos huérfanos". Y sólo con la literatura puedes hablar con tus padres.

Cuando ya había escrito el libro leí La Orestíada de Esquilo y subrayé una frase que dice: "los hijos del héroe son la voz que los salva de la muerte". Y no es que puedan, lo son realmente. El héroe, como cualquier padre visto por su hijo, si existe es porque el hijo tiene el deber de revivirlo. Porque de otra manera no existirá. Pienso que eso tiene que ver con la familia. Cuando recuerdas a tu padre, no es que lo hagas revivirlo a él, sino a todos los otros antepasados. Al mismo tiempo que revives a tu padre, dentro de tu padre está el recuerdo de su padre, y de aquí hasta el final del tiempo. Recordar tu padre es recordar a toda la familia. Y tenemos que ser conscientes de que lo normal es estar muerto y que somos de paso.

Esta familia puede explicar un momento muy determinado de la historia de Catalunya: el boom turístico de la Costa Brava.

El turismo es una cuestión que literariamente no ha sido demasiado tocada. Gaziel y Josep Pla son dos frutos de la rifa del corcho, como decía el primero. La industria del corcho hizo que Sant Feliu de Guíxols y Palafrugell se enriquecieran y se abrieran al mundo. Delante de casa hay un caserón de un industrial corchero donde está el águila bicéfala austro-húngara como si estuviera en Viena y el Garreta si fue el compositor que fue es porque tenía acceso a Wagner. La idea de viajar de Pla es hijo de este ecosistema. El turismo ya tiene la semilla, porque mi abuelo que era un carretero había trabajado para la familia Irla, del presidente de la Generalitat en el exilio. Tenía accès en el mundo rico y cosmopolita del corcho. Un mundo cosmopolita no a través de los libros, sino de la experiencia y el contacto con los extranjeros. Eso se recupera con el turismo. En Gaziel la rifa del turismo le llega de mayor, y para un burgués que ha hecho libros de viajes como él, le parece un desastre. La literatura catalana tiene una tradición muy potente sobre el momento, como Ruyra hablando de Blanes o Gaziel hablando del corcho, y ahora es curioso que hay una generación que debe mucho al turismo –yo no estaría aquí si en mi casa no me hubieran podido pagar una carrera gracias al turismo– y se empieza a hablar. Por ejemplo, Tsunami, de Albert Pijoan, tan diferente y tan desabrochada como quieras, pero que toca el tema. Y este libro aprovecha esta tradición autobiográfica hablando del turismo desde dentro.

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Foto: Sergi Alcàzar

No estaría aquí si en mi casa no me hubieran podido pagar una carrera gracias al turismo

La experiencia de la hostelería se remonta a los abuelos, pero es con los padres que toma todo el relevo.

El abuelo paterno, El abuelo Sabre, tenía una fonda, pero era muy diferente. Pero el abuelo Demasiado cuando se acaba la época de los carros, con la llegada de los camiones, aprovechando que siempre ha trabajado con caballos monta una hípica en Platja d'Aro para extranjeros. Es un pionero.

Tu padre, como decíamos, es una especie de héroe que tú comparas con Frank Sinatra...

¡Eso está dicho por mí, eh! Pero hay una especie de aire de elegancia y sentimentalidad, del "chico de los ojos tristes", que me evoca a mi padre. No recuerdo que pones discos, pero seguro que lo había escuchado. Y a mí, me lo hace familiar.

Y el otro hombre con una influencia muy fuerte sobre ti es tu abuelo.

El abuelo tiene la cosa casi fáustica del hombre que pacta con el diablo durante la guerra, para poder vivir. Costa de entender el que supone esta confrontación con la muerte, sobrevivir a un bombardeo, de escaparse, de ser huérfano...

Y la relación con la madre es muy difícil.

No es que nos peleáramos, pero la relación era muy difícil. Con mi abuelo también, sin embargo. Eran gente dura, muy poco empática en un nivel superficial, no en el más profundo. Mi madre tenía un punto difícil, a pesar de tener un carácter de estos ampurdaneses de risa con todo el mundo, pero tú sabías que aquello era un idioma y que en el fondo era bien diferente.

A través de su amiga sabes que está orgullosa de tu obra.

Pero en cambio, era incapaz de hablar.

Tu abuelo era una especie de personaje de western.

Los caballos, la pistola, pero también era un gran seguidor del género. Era de su generación, además. El western todavía me hace quedar a mirar la televisión si lo hacen. Es la narración del siglo XX. Son los americanos explicando su historia. Y son muy buenos.

Este relato está lleno de detalles que si hubieras querido inventar no te habrían salido tan redondos. El pacto con el diablo de tu abuelo, por ejemplo.

Incluso lo que explico al inicio, cuando mi padre no podía prácticamente hablar y me escribió la palabra espejo. Mira que podía escoger palabras y escoge espejo. Pero eso siempre es así y me lo he encontrado muchas veces en ficción. En Los nois tiene mucho papel el estanque de Sils. Yo no sabía ni que había un estanque en Sils, pero documentándome encontré que había una leyenda que es la puerta del infierno. Y eso se me permitía cerrar el libro. La literatura está en todas partes y no sabes que es antes, la vida o la literatura. Mi abuelo no conocía la historia de Fausto, ¿pero es Fausto quien copia a mi abuelo o mi abuelo que copia a Fausto?

La literatura está en todas partes y no sabes que es antes, la vida o la literatura

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La tuya no era una familia culta, pero había respeto por la cultura y la literatura.

Eso era muy importante y se ha perdido. A mi familia había un respeto por las letras, que era una cosa muy catalana, me parece a mí, y muy contraria a lo que se vive ahora. Estoy seguro que si los partidos independentistas pudieran pulsar un botón y que se acabara el idioma y la tradición cultural catalana, todos lo pulsarían. Tanto los de la Lagar, como Junts, como Esquerra, con más ganas que un castellano. Para ellos es un gran problema. Me he encontrado yendo a ver al alcalde de Sant Feliu para que no destruyera una plaza con que era la más bonita y con más sentido histórico del pueblo y que su respuesta fuera que si me pensaba que sabía más que él. Después de 30 años escribiendo de estética no sabré yo más que él? La ignorancia es atrevida y no permite ningún progreso, sino que es un instinto autodestructivo que te conduce en la fundición. Sólo quieres que todo el mundo sea tan ignorante como tú, porque entonces estás en igualdad de condiciones.

Si los partidos independentistas pudieran pulsar un botón y que se acabara el idioma y la tradición cultural catalana, todos lo pulsarían

Tu abuelo era tan ambivalente que fue responsable de tirar al suelo algunos edificios históricos y, al mismo tiempo, salvó el Casino de los Chicos.

En una punta tiraba al suelo el Casal de las Llagostera y, en la otra lado, estaba salvando un edificio que ahora es un monumento nacional. ¡Es como son las personas! Seguramente había alguna cosa de promoción personal, pero él como obrero había sido socio del Casino, que tenía una biblioteca extraordinaria, se sentía obligat. Sant Feliu era una ciudad donde el año 1921 se hace una edición del Tirante y Gaziel la ligaba con Florencia y Atenas a su texto sobre las villas espirituales. Qué confianza y autoestima tenían... ¡Si lo comparas con ahora, que sólo tratan de ocultarlo y devastarlo todo!

Esta idea de cosmopolitismo que me decías continúa de alguna manera. Tú la urbanidad la admirabas en los extranjeros.

Sin que hubiera libros, había lo mismo que te dan los libros: la apertura a la complejidad, a ver qué hay otras maneras de funcionar, que hay familias diferentes, una educación diferente. Recuerdo un danés que coleccionaba sellos y me hablaba de Ortega y Gasset. Cuando tengo siete u ocho años me envían a Bélgica, con una familia de allí. Y de más mayor tengo una chica italiana y me voy a Milán. Sin que intervengan los libros nada y eso es lo más bonito.

En el libro hay muchos distanciamientos y rupturas entre padres e hijos. Tú dices que es un tipo de miedo al sentimentalismo que tenemos los catalanes.

Creo que nuestra cultura no tiene el poso que tienen culturas como la inglesa, la norteamericana o la francesa, con una tradición literaria ininterrumpida que les ha permitido reflexionar sobre los sentimientos y conocerlos mejor. Eso hace que estén más preparados por los sentimientos y no tengan unas reacciones tan violentas o de evitarlos. Lo que he visto en casa es una defensa de los sentimientos que se basa en huir. Y eso tiene mucho que ver con la literatura. Si tú coges las tragedias griegas, todas son historias de familias. La familia es la unidad básica de la literatura. El hecho de que no tengamos una tradición literaria detrás, como la que puede tener un francés o un inglés, hace que estemos desvalidos y nos viene de todo de nuevo. Reacciones que tendrían que ser propias de adolescentes, cuando no sabes nada de la vida, te las encuentras en personas de 50 años. Si lees en Pla, es absolutamente pudoroso con los sentimientos.

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El hecho de que no tengamos una tradición literaria detrás, como la que puede tener un francés o un inglés, hace que estemos desvalidos

Ahora que hablamos de sentimientos e intimidades, hablas del deseo y lo relacionas a cómo lo debieron vivir la generación de tu padre.

Lo que veo es que mi relación con las extranjeras y mi relación con el sexo no debió ser tan diferente de la de mi padre. Eso lo he visto después, preguntando a mis tíos sobre la juventud de mi padre. Nos pensamos que lo hemos inventado todo nosotros. ¡Y de eso, nada! A veces he llegado a pensar si nuestros hijos son más conservadores o reproches con la conducta erótica que lo habíamos sido nosotros o nuestros padres. Siempre ha sido complicado el sexo, pero encuentro que lo han problematizado mucho.

Tu abuela es la superviviente de este mundo que evocas.

Había escrito como cien páginas dedicadas a mi abuela, que tiene una vida tan interesante como la de mi abuelo. Mi abuela recordaba que cuando se proclamó la República se decía que una cosa que había llegado sin sangre acabaría con sangre. Y eso también se puede decir del 78. El hecho de que estuviera viva, no ha permitido que yo lo interiorizara, más allá del interés histórico. Necesitaba que fueran experiencias mías, y quizás porque está viva, lo acabé sacando.

A la vida de tu abuelo, la guerra es fundamental.

Le condicionó toda la vida y sacó partido de los ganadores, como debió pasar en todas partes. En Sant Feliu no había ni Falange. Había cuatro ricos, pero la mayoría eran obreros del corcho y el catalanismo era muy fuerte. En Patxot, que era un gran burgués, se va Suiza y no vuelve, y en Gaziel vivió en el exilio interior. Cuando llegan los franquistas tienen que buscar gente de misa y que tuvieran propiedades. Mi abuelo, como había desertado y lo habían cogido, tenía carné de Ex-cautivo. Todo este mundo de privilegios y de violencia bajo la mesa lo tenía bien presente. Ahora también es, pero quizás no la conocemos tanto.

Quizás ahora esta violencia no es tan explícita. No hay pistolas tan evidentes.

Cuando cerraron a los presos políticos salí a poner lazos y un hombre me amenazó con una hoz. Si no tienes un ejército que sabes que te defenderá tú no sacas una hoz a un tio que está poniendo lazos. La pistola o la hoz sólo es el instrumento de quien hay detrás.

Tú, sin embargo, estás satisfecho con que tu abuelo fuera un desertor.

El tío que es capaz de largarse, cuando el poder es tan arbitrario como era lo que le había colectivizado los carros, tiene un punto de admirable. ¿Ahora, mi abuelo fue valiente marchante o fue un cobarde que se cagó en las bragas por|para un bombardeo? De tu vida, hasta que no te mueras, no sabrás el resultado final.

¿Has hecho las paces con tus padres y con tu abuelo?

Eso lo explico al libro cuando mi abuela me dice que si mi padre bebía y yo digo que ahora eso ya me entra por una oreja y me sale por la otra. El tiempo te hace reconciliar con a pesar de todo el mundo. Con el tiempo vas pasando por los mismos sitios que pasaron ellos y los vas entendiendo mejor. También es ley de vida. Si eso te lo planteas como un combate o una relación de enemistad, por ley de vida acabas ganando tú porque ellos se mueren. De la misma manera mi hija me acabará ganando. Es muy bestia, pero tú acabas teniendo el privilegio de estar vivo. Es muy bestia, pero por el hecho de estar vivo ahora se publica Una familia y no El cuaderno gris, que le da mil vueltas.

El tiempo te hace reconciliar con a pesar de todo el mundo

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Foto: Sergi Alcàzar

Y yo que tengo la suerte de poder leerlo.

Pero dentro de cien años harán cosas muy buenas y nos las habremos perdido. Giorgio Agamben dice una cosa que me gusta mucho. La gente dice que escribe para la mañana, pero él dice que no escribe ni para hoy, ni para mañana, que él escribe para los muertos. Es una perspectiva muy bonita.

Durante el confinamiento escribiste un diario a tu blog. ¿Tienes idea de publicarlo?

Eso dependerá de la editora, pero tengo idea de cerrarlo. En un momento dado lo detuve, porque pensaba que ya no daba para más. Como cualquier día me llamarán  para la vacuna, pienso que será un buen momento para cerrarlo. Ahora, quizás tiene sentido después de tiempo publicarlo.

Tengo que confesar que me fue muy útil la lectura.

Como en El caso Pujol, el sentido era este, un acompañamiento. Hay momentos en que se crean como vacíos| . La prensa y todo el mundo estaba a verlas venir. Y escribí porque creía que aquello que me pasaba a mí seguro de que le pasaba a mucha gente. Escribes y piensas que seguro que alguien te leerá. Escribes para no estar solo. Ahora vemos, con perspectiva, que se pasaron mucho con el confinamiento. ¡No sabíamos qué teníamos en frente, pero es que íbamos a tirar la basura con guantes! Todo el mundo siguió, de una manera vergonzosa, las prohibiciones por más injustas que fueran. A mí me llegaron a abroncar para sacar el perro, porque el alcalde de Sant Feliu llegó a limitar hasta donde podías ir con el perro. De hecho, es una cosa que nos pasa a los catalanes, cuanto menos poder tienes, más necesidad tienes de hacerte el dueño. Nos fue muy útil para entender determinados procesos históricos. Por ejemplo, como estás de desprotegido ante de los vecinos si hubiera una persecución política mayor.

Y que fácil es agachar la cabeza y participar de la represión.

¡En este país tenemos una tradición tan grande de represión que nos encanta que nos manden! Ser mandados y mandar. Mandando, el mediocre tiene una causa.