Succession es la mejor serie que se emite en la actualidad. Una frase la habréis sentido decir a más de un amigo, crítico o, incluso, a los premios Emmy. Y es difícil contradecir esta sentencia. Pero en muchos momentos de la tercera temporada, su creador Jesse Armstrong parece haberse acomodado en esta cresta de la ola. Interpretaciones de primer nivel, diálogos extraordinarios, más sentido del humor que nunca y una factura técnica impecable le han servido para encontrarse en un momento dulce del que parecía no querer moverse. Pero sigue siendo excelente una serie que no evoluciona para recrearse en su propia excelencia?

El único defecto

La respuesta a la pregunta planteada es compleja. Porque aunque la trama de Succession sobre una familia de ricos que se pelea para tener el poder del gran conglomerado de mediados de comunicación que posee su padre dé muchas vueltas sobres si misma sin avanzar casi nunca hacia delante, este es el único defecto de la serie; la falta de evolución. El resto de elementos funcionan de maravilla.

Empezando por la dirección, no hay serie dramática que se atreva a mover tanto la cámara como Succession, flirteando con el género del falso documental para aumentar la sensación de realismo. Y si a la dirección le sumamos el trabajo de arte, diseño de producción y la magistral banda sonora de Nicholas Britell nos queda un producto que da gusto sentir y ver.

Por otro lado, la serie ya sabe qué dinámicas entre personajes funcionan, y las explota al máximo. Esto nos impide explorar nuevas relaciones, pero le permite a los guionistas lograr un nivel altísimo de escritura de diálogos, siempre llenos de matices y con mucho, muchísimo, sentido del humor.


Succession es la mejor serie que se emite actualmente

Las caras visibles

Pero la cara visible

de la excelencia de la serie son sus actores. Al fin y al cabo, son ellos quien hacen que los geniales diálogos y el sentido del humor funcionen tan bien. De hecho, los Globos de Oro anunciaban hace poco sus nominaciones, entre las cuales encontrábamos tanto el magnate padre, Brian Cox, como a los tres hermanos, Sarah Snook, Kieran Culkin y Jeremy Strong, todos ellos merecidos. Sí, falta el hermano mayor, pero igual que hace su familia, no lo tendremos en cuenta.

De entre todos ellos, hay que destacar el que más opciones tiene de llevarse el galardón, Jeremy Strong en el papel de Kendall Roy, porque en esta temporada se luce al transmitir la vulnerabilidad que se esconde detrás la máscara de ambición y poder que se tiene que poner para poder hacer frente a su abusivo padre, Logan Roy.

Es una lástima que sus dos personajes no coincidan demasiadas veces a lo largo de la temporada, pero cuando lo hacen se convierten en las escenas más intensas y fascinantes de la serie. Un claro ejemplo lo encontramos en la conversación que mantienen en el penúltimo episodio, que también es una demostración de cómo nada ha cambiado a lo largo de la temporada a pesar de los intentos de Kendall. Bueno, nada ha cambiado, hasta el último capítulo.


La cara visible de la excelencia de Succession son sus actores

Cierre para enmarcar

Aquí no haremos spoilers del final de la tercera temporada más allá de decir que es impecable. Casi todas las críticas que se le pueden hacer a la serie por acomodarse a lo largo de varios capítulos quedan disueltas con un cierre para enmarcar.

Mark Mylod ejerce una dirección cuidadíssima con planes que casi son obras de arte, los actores brillan más que nunca porque pueden mostrar la vulnerabilidad que siempre esconden y las dinámicas entre personajes cambian por primera vez en toda la temporada.

Un giro de 180 grados con las clásicas puñaladas por la espalda que hacen de Succession “la mejor serie que se emite en la actualidad” y que nos permite augurar una cuarta temporada en un terreno distinto. Tendremos que esperar, sin embargo, hasta finales de 2022 para que HBO nos regale más capítulos recreados en su propia excelencia.