El Gremi de Floristes de Catalunya cree que el Sant Jordi del 23 de julio "se moverán" unos 2 millones de rosas, lo que supondría en el mejor de los casos un 30% de las ventas de un Sant Jordi normal. Pero teniendo en cuenta la fecha y las circunstancias de la celebración, ya sería un "éxito", dice su presidente, Joan Guillén. Con este volumen, añade, no hay que preocuparse por el abastecimiento de la flor, ni siquiera si los principales exportadores (Ecuador y Colombia) fallan por el momento actual de la crisis sanitaria en Latinoamérica. En declaraciones a la ACN, Guillén confirma también una "reducción importantísima" del número de paradas en las calles de Catalunya. El sector de la flor y del libro ultiman la planificación de la jornada con las administraciones.

Los floristas catalanes ya están encargando o haciendo reservas previas de rosas para el Sant Jordi alternativo del 23 de julio, en función de la demanda que se prevé y también de la limitación de espacio para venderlas. Según su presidente, en global, el volumen de rosas que se comercializarán no supera los 2 millones de rosas, muy lejos de los 7 millones de flores de un Sant Jordi habitual.

"Esperamos que sólo con un porcentaje que no será demasiado grande, todo el mundo entienda que este día viene a recordar la manifestación del Sant Jordi en la calle que no pudimos hacer; y si encima recae (la venta) sobre todo en el sector profesional, podemos tener un día de alegría", valora Joan Guillén.

Con respecto a la respuesta de los compradores, Guillén es optimista. Recuerda, en este sentido, que la campaña de venta de rosas a domicilio impulsada el 23 de abril superó con creces sus previsiones. "Previmos vender 300.000 rosas y al final fueron casi 600.000. La respuesta siempre está siendo al alza", celebra. Por otra parte, remarca la importancia de que las paradas de rosas sean sólo de profesionales, y a los consumidores, les pide que apoyen a los floristas y que compren "pensando en el futuro, no sólo en la compra en sí"

Un día "largo y caluroso"

Otra cosa es como se las ingenia el sector para disponer de toda esta flor, y en buenas condiciones, en un periodo del año mucho más caluroso que a finales de abril, y con una jornada que se prevé excepcionalmente larga para que todo el mundo tenga tiempo de hacerse con un libro y una rosa a pesar de las restricciones para paradas y peatones.

Desde Mercabarna, que habitualmente distribuye un 40% de las rosas de Sant Jordi, este miércoles han admitido a la ACN que los productores sudamericanos les han trasladado dudas por la gran restricción de vuelos en el extranjero. Aquí ven cómo crecen las dudas sobre la posibilidad de hacer llegar rosas de Colombia y Ecuador (el 59% de la exportación para Sant Jordi) en las mismas condiciones de siempre.

Al respecto, y admitiendo que la situación es delicada con estos exportadores, Joan Guillén cree que no hay motivo de preocupación por el abastecimiento. "Para la demanda que habrá aquel día, no hay que preocuparse por tener las rosas necesarias en Catalunya para hacer el día del libro y la rosa. Hay mercados, y en el holandés —unos expertos en flores—, si saben que hay un pico de ventas en julio, harán una actuación en este sentido". "La exportación llegará a cubrir la demanda", asegura.

Por otra parte, la producción local —principalmente del Maresme— también será diferente. Habitualmente su peso ya es simbólico (10%), pero ahora, además, la rosa será más pequeña y de menos calidad que en abril por la llegada de los meses de más calor, según han explicado productores locales a la ACN.

En cualquier caso, Guillén cree que el precio de venta de las rosas no irá al alza por todos estos condicionantes. "El consumidor ni llegará a notarlo, y variarán, como siempre, en función de las composiciones y presentación de la flor", explica.

El diseño del Sant Jordi de verano

Sobre el diseño de este Sant Jordi excepcional y con fuertes restricciones, Guillén asegura que todavía están "al inicio", y eso que los sectores de la flor y del libro han mantenido ya varias reuniones con las administraciones. "La idea es hablar con el máximo de ayuntamientos", apunta Guillén, para dar a entender la complejidad de la operación.

"Todo pasa por elaborar un plan de empleo de la vía pública juicioso, con todas las medidas y garantías. Estamos elaborando un plan conjunto (entre sectores y administraciones), y estamos pendientes del Procicat", que tendrá que validarlo, puntualiza.

Con respecto a los floristas, lo único seguro ahora mismo es que se prevé "una reducción importantísima" del número de puestos en la calle. En Barcelona, quedarán muy lejos de los 3.500 que hubo el año pasado. "Tenemos que determinar los metrajes, el tipo de calles... Quizás al final quedará todo muy reducido", corrobora, "pero es que es tan peligroso poner una sola parada en una calle estrecha con 50 personas, como en el Passeig de Gràcia entre València y Mallorca, donde puede haber 8.000 y sin ningún problema".