Llegó un día en que Russian Red —Lourdes Hernández— decidió apartarse de la música. No era un adiós definitivo, pero si un inpás para poner todo en orden y explorar otras vías creativas, entre ella la de actriz. Ahora irrumpe con otro deseo e intenciones, y la sensación que aún tiene mucho que decir. A través de la palabra y las canciones, las que vertebran un disco como Volverme a enamorar, una píldora adictiva que llega en el mejor momento. En tanto, el 8 de marzo, Día de la mujer trabajadora, tocará en el Palau de la Música de Barcelona dentro de la programación del Banco Mediolanum Festival Mil·leni, una oportunidad para degustar esas melodías y estribillos irresistibles.  

Lourdes, ¿qué sensaciones tienes ahora? Llevabas ya mucho tiempo sin presentar nuevas canciones, ¿no?
Sin contar Karaoke, que era un disco de versiones, creo que son diez años. Es como el renacimiento después de toda la gestación. Estoy muy emocionada, pero al mismo tiempo como muy tranquila. Me encanta el disco, estar preparando la gira, disfrutando los ensayos y todo es como muy diferente en este proceso. Estoy más plena que nunca. Me puedes venir con lo que quieras del disco, que siempre voy a tener una respuesta. Parto desde un sitio muy nuevo y fresco. 

Eso quiere decir que en procesos anteriores, a veces no tenías las respuestas a ciertas preguntas…
Es que hace como unos ocho años, cuando llevaba siete años dedicándome por completo a la música y decido dejarlo, tenía la sensación que todo lo vivía con más ansiedad. Y ahora no es que no tenga, pero es diferente.

De alguna manera, aprendemos a gestionar las situaciones. Yo creo que tenemos que estar preparados para todo, no dejamos de estar alerta porque no sabemos cuándo va a llegar el momento de hacer algo. Por ejemplo, cuando iniciaste tu carrera musical, quizá no imaginabas una carrera en el cine. O sí, no sé. O en tus inicios, que iba todo muy asociado a la moda, a los spots de publicidad.
En cierta manera, y en el mejor de los sentidos, ahora me he vuelto más estratega, tengo más experiencia, sé qué mensaje quiero dar y, además, tengo un disco que es una consecuencia de mi exploración vital. Básicamente, en este tiempo, me he dado cuenta de qué espacio ocupa la música, que es muy importante, pero no lo ocupa todo tampoco. Creo que me puedo enfrentar ahora a la gira y demás, porque tengo otros cuarenta frentes abiertos. Antes me provocaba más ansiedad porque era lo único que sabía. A mí la carrera musical me resultaba muy limitadora, ya que me interesaban muchas más cosas. Ahora me gusta que la cantante esté contando su historia y siento como que puedo representarla con mucha más libertad, porque no estoy todo el rato en el rol de la cantante.

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Foto: Istar Gutiérrez

Así es, tienes más ventanas abiertas y no lo tienes todo ahí focalizado. De algún modo, dejas de obsesionarte. También es verdad que tu irrupción fue muy meteórica, aunque vinieses de un espacio pequeñito, incluso con el myspace de por medio, que es algo ya que ni existe.
Son otros tiempos ahora, y como no lo podía comparar con otra cosa, el proceso fue muy orgánico. Y ahora, que tengo esta urgencia tan real de mostrar lo que he hecho, valoro mucho haber tenido una carrera en el pasado, porque siento que ahora es cuando quiero tener mi carrera.

Ese es un discurso y una actitud muy interesantes.
He dicho ya en alguna entrevista que a veces tengo la sensación que me inventé de pequeña a Russian Red para poder serlo ahora. Y ahora me siento muchísimo más plena en ese personaje, en ese rol. Y cuando era pequeña simplemente era yo, no había trampa ni cartón.

Tengo la sensación que me inventé de pequeña a Russian Red para poder serlo ahora

El disco es corto y directo, y tiene algo muy bueno, las canciones pueden funcionar de manera individual, de hecho las ocho podrían funcionar como singles, pero luego está todo muy bien entrelazado. Y a todas ellas  las puedes definir por algo, ya sea el estribillo, la melodía o la letra.  
Creo que es el único disco conceptual que he hecho. Tanto a nivel de producción como narrativo, porque yo ya tenía cinco canciones, que para mí era un disco, pero no, porque con ese número no deja de ser un EP, y sentía que tenía esa urgencia por compartirlas. Antes me había pasado que no sentía eso. Y si no lo compartes, no está acabado. Así pues, cuando estaba a un mes de irme a Los Ángeles, me di mucha prisa para tener tres canciones más, que sirvieran de marco del disco. Este para mí era un viaje de reencontrarte con el deseo, de experimentar el enamoramiento y tener el gran hallazgo de que esto es una fantasía, y que, en el fondo, va muy ligado al autoconocimiento. Y va todo de la mano y, aquí, va contado de una manera muy pop. Hay una complicidad emocional más grande.

Este disco habla mucho sobre cómo nos relacionamos con los demás.
Bueno, básicamente habla de cómo me relaciono yo…

(risas) ¿Y cómo lo haces? Bueno, ya lo cuentas en las canciones, ¿no?
En este periodo en el que ido cocinando este disco me he relacionado mucho desde el deseo. Un sitio desde el que no partía, y con esto me refiero a todo, estar en contacto con el deseo sin que te dé vergüenza o pudor. Siento que me ha empoderado muchísimo. He perdido un poco el miedo a mí misma. Por ejemplo, en los conciertos, noto como que hay otra persona cantando.

Entonces, te notas distinta.
Sí, pero sigo cerrando los ojos mientras canto. Pero ahora, además, hago otras cosas; también los abro, y bailo, y siento que conecto con lo que hay a mi alrededor. Es más colaborativo, más expansivo.

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Foto: Istar Gutiérrez

Me gusta mucho la portada: la foto, los colores...
Es que, echando la vista atrás, me di cuenta que no me gustaba ninguna de mis portadas.

Pues la de Fuerteventura era muy bonita.
Sí, lo es, son bonitas, y son autorretratos, con ese punto retro… pero no me parecen icónicas. Yo quería una que fuese memorable, que te quedase. Quería que tuviese profundidad, con ese toque vintage, y que representara al disco, que va del enamoramiento a la representación del deseo. Quería hablar de ese espejismo.

Para acabar, te quería preguntar por tu vertiente de actriz. Primero con Ramona, y luego con la serie Un cuento perfecto, que me encantó. La química que había entre la pareja protagonista, con una Anna Castillo que está fantástica. De hecho, no sabía que participabas, y cuando te vi dije: ¿no es Lourdes? Y sí, claro, eras tú. ¿Cómo viviste aquello?
Yo venía de hacer Ramona y hay un antes y un después. Era el bautismo oficial, el de convertirme en actriz. La serie vino después y la hice desde un prisma diferente al de Ramona. Aquí, siendo secundaria, no estaban todos los focos sobre mí, eso me permitió hacer otras cosas. Y con Anna, que fue una pasada.

Echando la vista atrás, me di cuenta que no me gustaba ninguna de mis portadas

A mí me fascina como actriz.
Es súper inspiradora y muy buena compañera. Para mí, parte de que me lo pasara tan bien haciéndola, fue por trabajar con Anna.

Y en cuanto a Ramona, una curiosidad: ¿has comido alguna vez albóndigas con salsa de caramelo?
¡Sí! Es que eso tiene una historia. El marido de Andrea, la directora de la película, tiene unos restaurantes, y las albóndigas con salsa de caramelo es uno de sus platos estrella.

Me llamó la atención, y no sabía si era algo inventado o si existía de verdad. ¿Y cuántas veces has visto Annie Hall de Woody Allen? 
En verdad, creo que solo una vez. Y por cierto, no os olvidéis de mi concierto en Barcelona. Tengo muchas ganas de ir, seguramente es donde más he tocado y mejor recibida he sido, incluso había gente que pensaba que era de ahí.

¿Y qué es lo que más te gusta de la ciudad?
Siempre digo que me parece una especie de París en el mar.