Barcelona, 31 de mayo de 1410, hace 615 años. El rey Martín I —llamado el Humano— moría inesperadamente y sin sucesión legítima. Al día siguiente, 1 de junio, estaba prevista la legitimación de Federico, hijo natural del difunto Martín el Joven —hijo único y heredero del rey Martín I—, muerto prematuramente (1409) también sin descendencia legítima. La inesperada muerte del rey Martín —que algunos historiadores apuntan que podría haber sido intencionada— impediría la legitimación de Federico y abocaría la Corona catalanoaragonesa a una crisis de grandes dimensiones. El joven Federico nunca tuvo ningún apoyo y, durante el convulso interregno, el trono se lo disputaron Jaime de Urgel y Fernando de Trastámara —líderes respectivos de unas importantes y poderosas facciones. ¿Qué sucedió con Federico, el verdadero último príncipe del Casal de Barcelona?

Representación de Martín el Humano y Martín el Joven. Fuente MNAC
Representación de Martín el Humano y Martín el Joven / Fuente: MNAC

¿De dónde venía Federico?

Federico era hijo de una relación extramatrimonial entre Martín el Joven —viudo de la reina María de Sicilia y sin descendencia, y, desde la muerte de su esposa, monarca del trono de Palermo— y Tarsia Rizzari, hija de un funcionario de la cancillería siciliana. Federico había nacido en 1402, y hay cierto debate entre algunos historiadores que sostienen que lo hizo en Catania y otros que afirman que vino al mundo en Palermo. Sea como sea, su padre biológico —Martín el Joven— se volvió a casar a finales de 1402 —con Blanca de Navarra— y engendró un heredero —Martín el Niño (1403-1407). Durante aquellos primeros años tuvo una existencia discreta, en buena parte por su condición ilegítima. Pero, con la muerte de su hermanastro legítimo, Martín el Niño (1407), y de su padre biológico, Martín el Joven (1409), su destino dio un cambio radical.

Representación de Palermo (siglo XVI). Fuente Museo Nazionale San Martino. Nápoles
Representación de Palermo (siglo XVI) / Fuente: Museo Nazionale San Martino (Nápoles)

¿Qué sucedió con Federico después de la muerte de su abuelo?

El resto de la historia —hasta la fallida ceremonia de legitimación— es bastante conocida. Fue arrancado de los brazos de su madre —se puede decir que fue secuestrado— y conducido a Barcelona. Federico era “el último cartucho” de los Bellónidas (el linaje nacional catalán) para evitar su extinción. Pero, después de la muerte de su abuelo —el rey Martín I—, su causa fue totalmente abandonada por los estamentos del poder. El 28 de junio de 1412 —dos años después de la muerte de Martín I—, los compromisarios reunidos en Caspe votaban la candidatura de Fernando de Trastámara. Y pocas semanas después, Federico —de tan solo diez años— era obligado a jurar obediencia al nuevo rey Fernando I y a su heredero, Alfonso, más adelante llamado el Magnánimo. Los derechos dinásticos del último príncipe del Casal de Barcelona se difuminaban en la nebulosa de la historia.

Representación de Ferrán de Trastámara y del Papa Luna. Fuente MNAC y Basílica de Santa María de Morella
Representación de Fernando de Trastámara y del papa Luna / Fuente: MNAC y Basílica de Santa María de Morella

¿Qué le sucedió a Federico a medida que se hacía mayor?

Cierta historiografía tradicional española defiende que ni Federico fue la representación de la ingenua y bondadosa Cenicienta, ni los Trastámara (Fernando I y Alfonso IV) fueron la personificación de la pérfida y malvada madrastra. No obstante, la investigación moderna los desmiente. Desde que el rey Martín I lo había querido legitimar (1409), los estamentos feudales sicilianos (aristocracia nobiliaria y jerarquías eclesiásticas) lo habían visto como la encarnación del legítimo linaje real siciliano (la rama Bellónida de Palermo), que se había perdido con la muerte de María de Sicilia (la primera esposa de Martín el Joven). Federico no era un descendiente directo de la difunta reina María, pero era siciliano e hijo de siciliana, y era “la esperanza blanca” de aquellas clases feudales sicilianas para escapar del dominio del nuevo linaje Trastámara.

¿Por qué las oligarquías dominantes sicilianas querían escapar del yugo Trastámara?

Los Trastámara no llegaron al trono de Barcelona a través de una pinza Aragón-Valencia contra Catalunya. Esto es un falso mito creado por la historiografía romántica catalana. En Caspe (1412), Fernando de Trastámara era el candidato de las potentes clases mercantiles de Barcelona y de Valencia, secularmente enfrentadas con la aristocracia nobiliaria, que tanto en Catalunya, como en Aragón, como en Valencia apoyaba a Jaime de Urgel. Pero sí que aquella asamblea fue un verdadero golpe de Estado. Los partidarios del Trastámara impedirían que sicilianos y sardos (tres votos por cada estado que muy probablemente habrían ido a parar a Federico) pudieran ejercer su representación en aquella trascendente asamblea. Y esto, en Palermo, generó una gran desconfianza hacia el nuevo régimen y alimentó el proyecto de separación que siempre había estado latente.

El desengaño de Federico

La misma historiografía tradicional española sostiene que el rey Alfonso el Magnánimo —el segundo Trastámara en el trono de Barcelona— y su cancillería siempre dispensaron un trato muy favorable a Federico. Y ponen el ejemplo de las campañas militares de Córcega (1420) y de Yerba (1423), donde el rey Alfonso le confió la dirección del ejército. Pero no explican que, cuando estalló la revuelta de Sicilia (1424), no solo fue relevado, sino que también la cancillería barcelonesa empleó todos sus recursos para destruir la sinergia entre la nobleza siciliana y Federico. El nieto del Humano, desengañado, aprovechó el conflicto entre los hermanos del Magnánimo y su primo, el rey Juan II de Castilla y León, donde se dirimía el trono de Toledo, para ponerse al servicio de Álvaro de Luna, el condestable —el generalísimo— castellano-leonés.

Representación de Alfonso el Magnánimo. Fuente MNAC
Representación de Alfonso el Magnánimo / Fuente: MNAC

De legítimo candidato al trono a incómodo refugiado político

Probablemente, esta fue la peor decisión que tomó en su corta pero ajetreada vida. Mientras estuvo vivo el conflicto (1412-1432), el condestable y la cancillería castellana lo llenaron de honores y de beneficios. Federico era la piedra en el zapato de los primos Trastámara de Barcelona, y en algún momento, el nieto del Humano y el rey castellano acariciaron la posibilidad de sentarlo en el trono catalanoaragonés. Pero el final de aquella guerra (1432) —con la derrota y expulsión de territorio castellano-leonés de los “primos catalanes”— dio por concluido el conflicto. Y en la corte de Toledo, Federico se convirtió en un personaje incómodo que, con su sola presencia, amenazaba la necesitada paz que habían alcanzado las dos partes.

Eliminado porque ya no les era útil

De nuevo, la historiografía tradicional española sostiene que Federico —para armar un ejército que debía conquistar Sicilia y proclamarlo rey en Palermo— urdió un plan rocambolesco que consistía en reclutar un ejército en Andalucía y proveerlo de armas y vituallas asaltando y robando a los mercaderes extranjeros establecidos en Sevilla (1434). Esta hipótesis contrasta con el gran apoyo que Federico conservaba en Sicilia y que hacía innecesaria una operación de esta naturaleza, absolutamente fantasiosa. Sin embargo, Federico fue detenido, falsamente acusado, confiscado para impedir su defensa y encarcelado (1434). Y, pasados cuatro años (1438), el último descendiente directo de Wifredo el Velloso y el último príncipe del Casal de Barcelona moría —misteriosamente— recluido en la mazmorra del castillo castellano-leonés de Brazuelas.

Representación de Sevilla (siglo XVI). Fuente Museo de las Américas. Madrid
Representación de Sevilla (siglo XVI) / Fuente: Museo de las Américas (Madrid)