La proyección de prensa de Esperando a Dalí, una pequeña delicia que, partiendo de una particularísima revisión de la historia de elBulli, acaba convirtiéndose en toda una oda a aquellos sueños que por difíciles de realizar bordean la locura, se alarga más del previsto. Son las doce y había quedado con Pol López, uno de los protagonistas de la ópera prima, estrenada la pasada semana, de David Pujol, y uno de los actores más en forma actualmente en nuestra escena interpretativa (premio Gaudí 2023 al mejor protagonista masculino por Suro) me espera desde menos cuarto en el bar del SoHo House, aquel club privado con vocación de guarida para gentlemen que frecuentan guiris de cartera desestresada económicamente. Habíamos pactado 20 minutos de charla. Me dicen que solo podrán ser 5, se tiene que marchar deprisa. En nada ha de entrar en directo al Tot es mou para que lo entreviste la Melero. Finalmente, solo será dos minutos. El periodismo, a menudo, también es un oficio de sueños imposibles.

Más allá del envoltorio... gastronómico, Esperando a Dalí es una película sobre los sueños, todo un elogio a la locura.
Sí, sí, tal cual. Justamente es lo que busca en todos sus aspectos, desde la estética al lenguaje. Es una película con una apuesta clara para trabajar esta idea. Una historia que, ciertamente, se sitúan en el terreno de la ilusión, de los sueños. Y esta es su gracia. David (Pujol, director de la película) ha conseguido hacer de esta película un cuento con el que volar.

Las carreras artísticas deben estar llenas de sueños que a veces parecen locuras, sobre todo en sus inicios. ¿Es difícil vivir entre el milagro y el desastre?
Yo casi nunca he vivido en las nubes, ni he idealizado sueños. Nunca me he planteado mi carrera en estos términos. Mi sueño, en todo caso, era poder trabajar. Trabajar y disfrutar.

Yo casi nunca he vivido en las nubes, ni he idealizado sueños. Nunca me he planteado mi carrera en estos términos. Mi sueño, en todo caso, era poder trabajar. Trabajar y disfrutar.

¿No tenías sueños?
Sí, pero no, o sea... Es que no sé si alguna vez utilizaría esta palabra para describir lo que sentía. Sí que pensaba: "Hostia, ojalá tenga trabajo, pueda currar". Pero nunca me ha pasado eso de... "me gustaría hacer este personaje, me gustaría hacer esta película". Eso me ha pasado con la edad. Ahora, sí.

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Pol López es uno de los protagonistas de la película Esperando a Dalí / Foto: MarcFont

¿Ahora sí que sueñas?
Al principio no, pero ahora que las cosas van saliendo, que ya hace años que trabajo, ahora sí que me digo que me gustaría hacer esta película o este personaje. Puede parecer contradictorio, pero como mejor me van las cosas, más sueños tengo. Ahora que ya tengo mucha más experiencia, sí que tengo sueños. Pero mi principal sueño sigue siendo poder currar y disfrutarlo.

¿Te ha costado mucho llegar hasta aquí?
He tenido que picar mucha piedra, sí... De hecho, nunca he dejado de picar piedra. No sé hacerlo de otra manera. Cuando tengo trabajo, me vuelco. Siempre me he volcado a saco.

He tenido que picar mucha piedra, sí... De hecho, nunca he dejado de pilar piedra. No sé hacerlo de otra manera. Cuando tengo trabajo, me vuelco

Historias lamentables, El Sustituto, Suro y el Gaudí al mejor protagonista masculino... Profesionalmente pasas por un momento bastante dulce.
La verdad es que estoy muy a gusto, intentando disfrutar del trabajo. Con todo, siempre he trabajado, lo que pasa es que hasta ahora mi principal ocupación era el teatro. De hecho, yo soy de teatro, pasa que ahora empiezo a tener cierta repercusión en el mundo del cine. Y me gusta.

¿Te estás redescubriendo como actor?
Es muy diferente la manera en que trabajas. No tiene nada que ver la interpretación cinematográfica con la del teatro. Trabajas otros aspectos, tienes otros referentes... Es muy divertido, porque hay un grado de dificultad diferente. Actuar en el cine es igual de difícil que actuar en el teatro, pero los retos interpretativos son diferentes.

Por cierto, en la película interpretas el papel de Albert, un personaje que bien podríamos asociar con Albert Adrià, más cuando tu hermano en la ficción, papel interpretado por Ivan Massagué, es un hef que se llama Ferran. Tú cocinas?
Sí, me gusta, pero no soy... No sé hacer muchas cosas, no soy un gran chef, pero me gusta cocinar, sí.

Lo que sí que te gusta es dibujar.
Sí, dibujo y me gusta mucho. Me habría gustado haber podido dedicarme. Me habría encantado vivir de mis dibujos, pero... No se me da mal, pero ahora hace mucho que no me pongo seriamente. Este podría haber sido un sueño de los que hablábamos antes.

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Pol López ganó al Gaudí 2023 al mejor protagonista masculino por Suro / Foto: MarcFont

No sé si te mojarás, pero, tú que has participado como protagonista de uno de los capítulos, como has vivido toda la polémica de Cites Barcelona con el tema del idioma.
Pero, ¿qué ha pasado, exactamente? Vamos a hablarlo.

El doblaje... Una serie catalana producida por TV3 que se emitía doblada al catalán por actores que no erais ni vosotros mismos. ¿Tú rodaste en catalán?
Sí, yo creo que sí. Es que no me acuerdo.

¡No me lo creo!
Te lo juro. Si te soy sincero, todavía no la he visto, la serie. Yo creo que mi capítulo es la mitad en catalán, que es la historia que protagonizamos Andrea Álvarez y yo, y la otra es la historia de Pep Ambròs y Alejo Sauras, que es en castellano. De eso sí que me acuerdo.

Exacto, y como se tuvo que doblar la historia rodada castellano, también se dobló la vuestra, la catalana, pero lo hicieron otros actores.
A mí me gustaría que se hubiera emitido todo en versión original y ya está. Respeto infinitamente el trabajo de los actores de doblaje, pero pienso que no hay nada mejor que la versión original, que te permite valorar el trabajo de los actores y las actrices en toda su dimensión.