El periodista Francesc Escribano viajó a Brasil por primera vez en 1985 y allí conoció al “cura rojo” Pere Casaldàliga. Seguidor de la Teoría de la liberación, el religioso de Balsareny se convirtió en toda una institución religiosa y revolucionaria en la Amazonia. Escribano quedó fascinado por su figura y por su obra y volvió en diferentes ocasiones al país para su encuentro. Transitó el Brasil de Lula y el de Bolsonaro y conoció figuras increíbles, miembros del MST, exguerrilleros, sindicalistas. En La terra i les cendres. Brasil: viatge al cor del país de Lula, Bolsonaro i Casaldàliga narra una crónica magnética de sus viajes y de personajes clave para entender la historia y la actualidad del país carioca.

Pere Casaldàliga fue uno de esos curas que se sumaron a la Teoría de la Liberación en los años 60, cuando se reivindicó que la Iglesia debía tener una preferencia por los pobres y la salvación cristiana no era posible sin la liberación política, social y económica del pueblo. Enterró a miles de campesinos sin tierra, apoyó a los pueblos originarios, se enfrentó al agronegocio, a los lobbys, a los grileiros, a los políticos y a todo el que cometía injusticias contra aquellos que no tenían nada material pero atesoraban la sabiduría de civilizaciones milenarias. En Araguaia y en la región del Mato Grosso lo adoran incluso los que votaron a Bolsonaro. Con los testimonios y los análisis de Escribano aprendemos cómo estos territorios sin Estado estuvieron durante décadas, incluso siglos, sin presencia estatal, tampoco de sus infraestructuras: escuelas, hospitales o comercios . Allí se imponía la ley del más fuerte, la “ley del 38”, la de los terratenientes que saqueaban la tierra y asesinaban a sus pobladores, puro colonialismo aún vigente.

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Cuando las instituciones se fijaron en ellos, partidos como el PT (Partido de los Trabajadores) no supieron o no pudieron solucionar muchos de los problemas y se alinearon con algunos sujetos del poder. Fue entonces cuando líderes como Lula Da Silva o Dilma Rousseff comenzaron a ser denostados, la confianza de los pobres cayó en picado y surgieron los monstruos. El evangelismo, explica Escribano, se apropió del sufrimiento y convirtió a millones de cristianos. Cómo hizo esto es la clave para entender la situación en la que se encuentra no solo Brasil, sino muchos países de Latinoamérica. Escribano relata cómo las comunidades evangélicas mejoran las vidas de los pobres, ejercen la acción directa y se han convertido en un fenómeno popular. El periodista recomienda lecturas y no se deja llevar por clichés o discursos reiterativos, comprende y transmite las circunstancias de sus ciudadanos. 

Francesc Escribano es un gran contador de historias; es decir, un gran periodista

A través de esta religión, la extrema derecha, el “nacionalcristianismo” o “nacionalfacismo” de Bolsonaro toma las calles. Es increíble cómo en dos décadas Brasil pasó de ser uno de los Estados con un gobierno de izquierdas más fuerte a ser un estado neoliberal y neofascista. Por ello, el periodista detalla con precisión y con datos episodios trágicos del pasado, pero también recientes, sobre todo para entender también la vuelta de Lula a la presidencia. El desastre minero de Brumandinho, en el estado de Mina Gerais en 2019, es uno de los pasajes de muerte y destrucción patrocinado por las centenares de multinacionales que están asfixiando el país. Porque Brasil es uno de los países más ricos del mundo, donde las materias primas son inmensas y la exceso de la belleza se traduce en parajes de ensueño, pero también una lucha encarnizada por su conquista. 

Francesc Escribano es un gran contador de historias; es decir, un gran periodista. Porque el periodismo tiene, tenía y tendría que alumbrar las minas de los que no tienen linternas, y libros como Descalç sobre la terra vermella (1999) —Premi Gaziel—, Compte enrere (2001), Els ulls dels pobres (2005) y Desenterrant el silenci. Antoni Benaiges, el mestre que va prometre el mar (2015), ya nos advierten de la calidad literaria y humana de este compañero. Yo me quedo con estos versos que encontramos en La terra i les cendres: “El cel és per compte de Déu, però la terra per compte nostre”. Ojalá haya más personas religiosas que entiendan así el evangelio, más Frei Betto, más Óscar Arnulfo y más Pere Casaldàliga. Que sus obras sirvan como credo y guía para una sociedad más justa, y haya, más pronto que tarde, razones para tener fe.