Con una larguísima trayectoria como actor a las espaldas, Pau Durà (Alcoy, 1972) dio el salto a la dirección entrada la treintena. Explica que fue la actriz y cineasta, y buena amiga, Mireia Ros, quien le dio el empuje definitivo cuando él le enseñó un guion que había escrito. Se tiró a hacerlo y, después de firmar un puñado de cortometrajes y una tv-movie (Tocant el mar), debutó en el largometraje con Formentera Lady (2018), con el gran José Sacristán. Seguiría Toscana (2022), y este fin de semana llega a los cines Pájaros, su tercer filme, quizás el más redondo. "Estoy de acuerdo", reconoce. "O eso es lo que me dicen, porque al final uno ya no sabe qué pensar. Pero sí puedo decirte que estoy muy satisfecho y convencido con el resultado. Es que, cuando haces una película, lo primero que tiene que pasar es que te guste a ti. Y me gusta, esta es la verdad. Ahora toca que eso mismo le pase al máximo de gente posible, lógicamente".

Con Javier Gutiérrez y Luis Zahera como sensacional pareja protagonista, esta emocionante road movie sigue a dos perdedores que, en plena huida adelante, comparten un catártico viaje en coche desde Valencia hasta la rumana ciudad de Constanza. Y, mientras cruzan Europa, con paradas en los Aiguamolls de l'Empordà y en tierras italianas, eslovenas o húngaras, los dos irán viviendo una transformación íntima que les descubrirá partes desconocidas de ellos mismos y les hará asumir que muchas de sus frustraciones son consecuencia de errores propios que no habían mirado frontalmente. Conmovedora, divertida y con encanto, Pájaros inició su camino en el Festival de Málaga, y los aplausos, y una Biznaga de Plata a mejor actor para Zahera, indican el éxito del trabajo hecha: "Aparte de las proyecciones en Málaga, hemos hecho algunas más, antes del estreno, y las reacciones están siendo muy buenas. Noto que la gente disfruta, se mete dentro de la historia y queda atrapada por estos dos personajes tan singulares. Se emociona y, sobre todo, ríe".

Entrevista Paz Durà / Foto: Irene Vilà Capafons
Foto: Irene Vilà Capafons

Pájaros consigue el siempre difícil equilibrio entre comedia y drama, entre las risotadas y las lágrimas...
Creo que mi manera de escribir, y después de rodar, da mucha importancia a no tomarnos mucho seriamente. Hay una búsqueda de una cierta ironía, de una humanidad. Nos emocionamos con los personajes, sí, sin embargo... Mira, yo estoy muy de acuerdo con Nanni Moretti cuando habla en favor de la ligereza. Es lo que yo busco, una ligereza, que no es sinónimo de banalidad o de tontería. Una ligereza que sería lo opuesto a la pesadez, en la cosa pesada. Me doy cuenta de que me gusta eso, incluso como espectador: si voy al cine a ver un gran drama, si no hay ningún momento en el que río o sonrío, me cuesta mucho.

La figura del perdedor, muy cinematográfica, ayuda a bascular entre géneros...
Sí, creo que los héroes, en la ficción, no tienen mucho interés. Quizás nos hacen falta en la vida, pero en la ficción son más interesantes los perdedores, los antihéroes. Personajes que tienen luz en medio de las sombras, y que yo me miro con compasión, con ironía, pero no con cinismo, al revés: yo miro a mis personajes con estima. Hay afecto hacia ellos, y también intento que el público se divierta, que para mí es lo más importante, y que se emocione, pero cuando veo que hay risotadas en la sala de cine, sé que he acertado.

La personalidad de Javier Gutiérrez y Luis Zahera es clave para que Pájaros sea lo que es. ¿Los tenías en la cabeza cuando escribías?
No, no. Normalmente cuando escribo no pienso en ningún actor, porque te estás encorsetando. De hecho, yo no tengo ningún interés en tener a los personajes claros antes de confirmar con quién contaré para interpretarlos. Porque el actor es la materia prima, ellos serán quienes definan los personajes. El guion, el escrito negro sobre blanco, es solo una guía. Después se tiene que dar la vida al texto, y esta vida es cosa de los intérpretes. A mí, como director, me toca encomendar el entusiasmo por la historia, hacerles saber que todos vamos hacia el mismo lugar, observarlos, quizás hacer algunas pequeñas indicaciones, proponer que prueben alguna cosita...

En la ficción son más interesantes los perdedores, los antihéroes

¿Tiene que ver con que a ti, en tanto que actor, te gusta que te den libertad para crear?
Sí, sí, absolutamente. Hay una coherencia evidente. Es verdad que todos los actores con los que trabajo son muy parecidos a mí en este sentido, porque hay de todo en la viña del señor. También hay gente a la que le gusta que no le den ninguna libertad, y que los marquen mucho más, y que a veces se quedan con la sensación de que no los han dirigido. Pero yo, con según qué actores, pienso: ¿a ti qué te tengo que dirigir?

Es que cuando haces un primero largo con José Sacristán...
Claro, ¿qué le tengo que decir a Pepe? Al revés, tienes que dejarlo hacer, escucharlo muchísimo, y, eso sí, entusiasmarlo. ¡Y después disfrutar mirándotelo!

Es evidente que Javier Gutiérrez y Luis Zahera llegan a Pájaros siendo ya actores indiscutibles. ¿Qué te encontraste una vez empezasteis a trabajar?
Javi Gutiérrez es muy trabajador, pero mucho... Y un disfrutón. Del trabajo, y a la hora de construir a los personajes. Y tiene una técnica maravillosa, es capaz de todo, de la risa y de la lágrima, con una rapidez... Y eso es maravilloso, eso es un regalo, porque la peli lo necesitaba. Tenía que buscar actores que fueran sutiles, o sea, que dominaran la comedia para hacer bien el drama. Es una cosa que yo necesito. Y eso también lo hace muy bien Luis Zahera, que es un tipo que propone cosas constantemente, y a veces lo tienes que calmar [ríe]. He disfrutado muchísimo con ellos, muchísimo.

Javier Gutiérrez vio como su carrera daba un paseo cuando protagonizó La Isla Mínima, en la cual Alberto Rodríguez le daba a un personaje muy alejado de lo que había hecho hasta entonces...
Ostras, ¿sabes que no la he visto? Y mira que me gusta mucho el cine de Alberto Rodríguez, creo que he visto todas sus otras películas, pero La Isla Mínima no... ¡Lo haré!

Entrevista Paz Durà / Foto: Irene Vilà Capafons
Foto: Irene Vilà Capafons

Te lo decía porque, con Pájaros, consigues una cosa similar con Luis Zahera. Todo un cambio de registro...
Quizás, pero para mí no era ninguna sorpresa. Yo ya me esperaba que lo haría muy bien. Lo he visto en el teatro, lo he visto trabajando conmigo como compañeros, conozco el sentido del humor que tiene... Sabía que podía enfatizar la fragilidad del personaje, y esta cosa extraña que el espectador va descubriendo. Su humanidad, las dudas, la tartamudez, yo sabía que todo eso lo haría de puta madre. Y así ha sido.

Te hemos visto como actor desde hace muchísimos años. ¿Siempre habías querido dirigir?
No, de hecho fue mi amiga Mireia Ros, actriz y directora, quien me dio el empuje, quien me animó a hacerlo. Yo ya tenía una edad, ya no era un jovencito. No vengo de ninguna escuela de cine, como director he ido por libre. Soy cinéfilo, me gusta la literatura, y como actor llevo en el mundo del cine y la televisión desde los 18 años, y siempre me he fijado mucho en los directores con los que he trabajado. Conocía bien la mecánica de los rodajes, viendo cómo colocaban la cámara... No sigo ninguna ortodoxia. Y después de haber hecho tres películas, y quizás a alguien se le cruje la cabeza si me escucha, creo que hace falta más preparación para escribir que para dirigir, me parece más complicado.

Aquí se nota muchísimo el impacto de Plats brutos... me hace mucha gracia que me lo recuerden, me gusta

¿Sientes que dirigir se va comiendo la actuación?
No. Y espero que no pase, porque a mí me gusta hacer de actor. Y sigo haciéndolo. Ahora acabo de estrenar la serie de José Corbacho (Un nuevo amanecer, en Atresmedia), y voy haciendo. También es verdad que dirigir una película, y escribirla, forma parte de un proceso largo. Más en mi caso, porque yo incluso me implico en la financiación, a las reuniones voy siempre con mi productor y socio, David Ciurana. Al final, cuando diriges una película, es como un hijo. Y cuándo haces de actor... es como un primo, o como un cuñado. Cuando eres el responsable final de una película, en cierta manera te desnudas, muestras una parte de ti. Y las que he hecho son muy mías: la gente me lo ha dicho, Pájaros es muy tú. Y supongo que sí, que nace de una línea muy clara en la que me quiero mover como director.

Antes, y después, dirigir te hemos visto en series históricas como 7 vidas, Merlín, Crematorio o, y te lo deben recordar cada vez que vienes a Catalunya, Platos bruts.
Vivo hace muchos años en Madrid, y allí diría que me hablan más de El Príncipe. Pero aquí se nota muchísimo el impacto de Platos bruts... me hace mucha gracia que me lo recuerden, me gusta. Pero vaya, que soy otra persona. Éramos unos chavales, y que haya gente joven que te habla de Plats bruts... es que me lo acaba de decir el chico de la recepción del hotel. ¡Es sorprendente!